La oscuridad se disipa, se expande la luz de un
nuevo amanecer, gotas que mojan la tierra, frío que calladamente empieza a
calentar… ha llegado el final de una noche más, el silencio parece ocultar
aquello que ha sucedido, ¿y lo que ocurrió quién lo contará?
Actos
desenfrenados que pretenden ocultarse tras las sombras de la oscuridad,
pareciera que el temor se esfumara para no volver, pareciera que la razón se
desvaneciera en el corazón del hombre, pareciera que el amor transformara su
sentido para convertirse en locura.
La
noche se ha convertido en testigo de actos violentos, de sangre inocente, de
gritos que estremecen el alma. El clamor se confunde entre el murmullo y el
regocijo de aquellos que son llevados hacia un camino espacioso que conduce a
la muerte.
Y así, el transcurrir de las
horas traen consigo un nuevo despertar, mis pasos me guían hacia un camino
estrecho que conduce a la vida, el rocío cae sobre la tierra, la luz se
confunde con un ambiente triste, y una voz irrumpe en mi corazón en medio de un
silencio casi absoluto. Es la voz de Aquel que nunca duerme, sus ojos han sido
testigos del engaño que inclina al corazón del hombre hacia la maldad.
Gotas de lluvia… en ellas tu dolor, en ellas tus lágrimas.
Gotas de lluvia… en ellas tu dolor, en ellas tus lágrimas.
Lágrimas que consumaron tu sacrificio en aquella cruz, donde lentamente la vida se escapaba de tu cuerpo teñido de sangre inocente y santa, lágrimas que corrieron por tu rostro al ver el fruto de tu aflicción. En medio de la agonía y la eternidad, millones de rostros frente a aquella cruz, vidas que a través del tiempo, han sido lavadas con esa misma sangre y libradas de la esclavitud.
Son
tus lágrimas que vienen con la lluvia cargadas de tu amor, de tu compasión.
Lágrimas que dibujan en mi rostro, la alegría de saber que venciste a la
muerte, porque al igual que ayer, aún caminas entre nosotros; lágrimas que
reafirman la esperanza al saber que el que en ti cree jamás será defraudado.
Tus ojos han sido testigos en cada noche, de aquello que el hombre
ha tratado de ocultar en sus recuerdos, testigos de sus propios temores que han
encadenado sus sueños, que le han robado la paz, y que sigilosamente han
endurecido su corazón; palabras en lo secreto que saldrán a la luz un día,
actos que corrompen la inocencia que serán juzgados… y pasos lentos que conducen
a la eternidad… mientras tus lágrimas, al igual que tu palabra, descienden
desde tu habitáculo… Tu clamor sigue latente como aquel día del perdón, cuando
al cerrar tus ojos nos diste vida…; asombro y quebranto trastornaron el alma de los incrédulos, tinieblas cubrieron la tierra, y sobre ella las
mismas lágrimas de nuestro Hacedor…; son tus lágrimas, lágrimas que quiebran el
corazón, que traen tu voz, que traen tu abrazo, que traen tu eterno amor…
¿Hasta
cuándo serán ajenos a tu misericordia?… ¿cuándo levantarán sus ojos y te verán,
¿cuándo comprenderán que aun en la oscuridad de la noche Tú estás, ¿cuándo
limpiarán sus manos, ¿cuándo volverán su corazón hacia ti para ver tu rostro?
Mientras tanto miraré al cielo y te veré, te veré en el resplandor del día, en la oscuridad de la noche, te veré cuando la lluvia anuncie una vez más ¡que me amas!
Mientras tanto miraré al cielo y te veré, te veré en el resplandor del día, en la oscuridad de la noche, te veré cuando la lluvia anuncie una vez más ¡que me amas!
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