Mas un día camino a Damasco, el Señor se le apareció con voz fuerte y como un resplandor de luz que vino del cielo y le dijo: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Saulo cayendo en tierra dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo Soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón. El, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer. Y los hombres que iban con Saulo se pararon atónitos, oyendo a la verdad la voz, mas sin ver a nadie. Aun con todo su pecado, el Señor tuvo misericordia de Saulo. Dios ya tenía un Plan Perfecto para él, y dijo: “instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel” (Hechos 9:1-16 Reina-Valera 1960 (RVR1960).
El Señor llegó a la vida de Saulo en momentos en que éste se encontraba lleno de odio, y desprecio hacia los cristianos; esa era la vida de Saulo.
Dios no desestimó a Saulo por sus acciones y conducta, sino que lo transformó, lo restauró. Jesús cambió la vida de Saulo totalmente y no solamente eso, también le cambió el nombre de Saulo a Pablo. El apóstol Pablo ha servido de instrumento para expandir la Gran Comisión del Evangelio, y también la Palabra del Señor está bien sostenida por las Epístolas de Pablo. El Señor borró la vida pasada de Pablo y la convirtió exclusivamente, en vida dedicada al Evangelio de Dios. Para que el apóstol Pablo prosiguiera la Carrera de la Fe, tuvo que olvidar lo que quedaba atrás, el pasado no podía interponerse en el llamado profético del apóstol. Y las escrituras nos hablan de todas las tribulaciones que el apóstol tuvo que pasar para ser usado poderosamente por el Señor.
Muchas de las epístolas o cartas de Pablo fueron escritas mientras él se encontraba en la cárcel. Llama la atención que en vez de quejarse por medio de sus cartas, enviaba alientos a los Corintios, Efesios y a todos los lugares que el Señor lo usaba, para extender el Evangelio de Dios. Él no empleó tiempo para enfocarse en sus tribulaciones, más bien alababa a Dios en medio de la tormenta.Y El Señor siempre estuvo con él en todo tiempo.Dios no desestimó a Saulo por sus acciones y conducta, sino que lo transformó, lo restauró. Jesús cambió la vida de Saulo totalmente y no solamente eso, también le cambió el nombre de Saulo a Pablo. El apóstol Pablo ha servido de instrumento para expandir la Gran Comisión del Evangelio, y también la Palabra del Señor está bien sostenida por las Epístolas de Pablo. El Señor borró la vida pasada de Pablo y la convirtió exclusivamente, en vida dedicada al Evangelio de Dios. Para que el apóstol Pablo prosiguiera la Carrera de la Fe, tuvo que olvidar lo que quedaba atrás, el pasado no podía interponerse en el llamado profético del apóstol. Y las escrituras nos hablan de todas las tribulaciones que el apóstol tuvo que pasar para ser usado poderosamente por el Señor.
“Y se agolpó el pueblo contra ellos; y los magistrados, rasgándoles las ropas, ordenaron azotarles con varas. Después de haberles azotado mucho, los echaron en la cárcel, mandando al carcelero que los guardase con seguridad. El cual, recibido este mandato, los metió en el calabozo de más adentro, y les aseguró los pies en el cepo. Pero a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos los oían” (Hechos 16:22-25 Reina-Valera 1960 (RVR1960).
En medio de las tribulaciones, las alabanzas siempre estuvieron presentes en la vida de Pablo. Las alabanzas fueron unas de las armas que el apóstol usaba para su larga Carrera de la fe. Pablo corrió la Carrera con perseverancia y así poder avanzar hacia la Meta que es Cristo.
“Hermanos, no pienso que yo mismo lo haya logrado ya. Más bien, una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está delante, sigo avanzando hacia la meta para ganar el premio que Dios ofrece mediante su llamamiento celestial en Cristo Jesús” (Filipenses 3:13-14).
“No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento” (Lucas 5:32).
Gracias Señor, porque aun siendo pecadores Tú nos recoges, nos transformas, y por tu Sangre, somos libres del pecado.
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