lunes, 27 de octubre de 2014

La fidelidad no se improvisa

“La fidelidad no se improvisa” fue una frase magistral que tuve la posibilidad de escuchar meses atrás, en una conferencia orientada al desarrollo de la sexualidad y la afectividad.
Sin lugar a dudas, seguro que esta oración no fue muy resonante para muchos de los que compartíamos el auditorio aquel día, pero para mí tuvo un significado muy profundo y representa el pensamiento que hoy tengo. Hoy, porque parte de reconocer quiénes somos es reconocer quiénes hemos sido, y lo que he sido no siempre ha sido coherente con esta cita.

A lo largo de nuestra vida existen muchas y distintas formas de manifestar nuestra fidelidad y lealtad: con la familia, con la profesión, la fe, la pareja, los sueños, los proyectos, etc. Son infinitas las facetas en las cuales podemos decidir mantenernos firmes y fieles a nuestras convicciones. Ser fiel es una decisión que se toma de antemano, no de improviso ante una situación límite. Yo puedo saber, por ejemplo, si le seré fiel a mi pareja, porque decido serlo antes; de no ser así, sería muy peligroso, arriesgado e irresponsable. La fidelidad no se improvisa, se decide.

Enfatizo, porque he estado en las dos veredas: he improvisado, y me ha ido muy mal, pero también he decidido, y ahí me ha ido muy bien. Cuando decidimos algo, es como si fuésemos dotados del poder para cumplirlo y a través de ese poder, logramos manifestar “de qué pasta estamos hechos”. Todos conocemos algún caso en donde alguien no fue fiel a sus sueños, convicciones, familia o pareja y terminó en desgracia, porque eso es lo que pasa con la improvisación; puede salir muy bien, pero hay un riesgo muy alto de que salga muy mal, pues no se anticipan las consecuencias, y cuando nos movemos así, nos movemos a ciegas aumentando nuestras probabilidades de fracaso.

Tómate un tiempo para pensar en qué cosas aún no eres fiel y logra tomar la determinación de ello. No ser fiel se refiere a abandonar algo, a cambiarlo por otra cosa o, directamente, a renunciar a algo. Ser infiel es serlo primero con uno mismo, porque tú mismo traicionas aquello que un día dijiste que era importante para ti. Cuando somos infieles, el primer gran daño nos lo hacemos nosotros mismos y ese daño es el más difícil de reparar.

Aprendamos a dejar de improvisar, aprendamos a anticiparnos y a lograr ser fieles a nuestros planes, proyectos, relaciones e intenciones. La fidelidad no se improvisa, la vida tampoco.


 

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