lunes, 22 de septiembre de 2014

Te extraño


Te extraño con locura,
te extraño, te extraño.
Extraño la que eras, extraño tu candidez,
tu inocencia, tu gratitud, tu sonrisa llena de amor, tu fidelidad a Dios.
Extraño tu disposición a hacer lo bueno,
extraño tus sacrificios dejando de lado tu yo.
Te extraño y no lo sabes, pero a veces en las noches, lloro porque no te tengo.
No lo sabes, pero en el camino hacia la Universidad, lloro porque no soporto no verte reflejada en mí.
Te extraño y no te reconozco,
extraño esa fiereza para defender tus convicciones.
Extraño el sabor a felicidad en tus labios,
extraño la palabra Dios en tus conversaciones,
extraño que me digas que todo estará bien porque Dios te sostiene.
Te extraño y no te das cuenta que me muero porque no te decides a regresar.
Te extraño y le pido, ruego a Dios que te busque una y mil veces más para que vuelvas y volvamos a ser el dúo que alababa a Dios,
para que volvamos a escribir las cartas que hacían palpitar tu corazón.
Cuánto quisiera que esas palpitaciones, que eran de Dios, vuelvan de una vez por todas.
Quiero esas lágrimas de gozo tuyas.
Extraño que mires al cielo y tus ojos brillen como el sol,
que digas: GRACIAS SEÑOR, porque simplemente viste a un perrito haciendo una mueca.
No te conozco el día de hoy, quiero que vuelvas,
entiéndelo, TE NECESITO.
Dios necesita que vuelvas para que seas verdaderamente feliz.
¿Hasta cuándo estarás perdida en la tristeza?
¿Qué sucede?
No digas que no puedes, no digas que estás perdida,
no envidies el brillo de felicidad de otras personas,
atrévete a tener tu propio brillo,
atrévete a decidirte,
atrévete a cambiar,
atrévete a hacer lo que no hiciste,
a decir, NO.
Ahora sentada escribiéndote, te pido que vuelvas una y otra vez,
para que este cuerpo tuyo, ya no esté congelado en la tristeza
y deje de escribir pidiendo tu regreso.
Entiéndelo, tú, sí tú, no perteneces a ese lugar,
no perteneces a la rebeldía, ni mucho menos al pecado.
No perteneces al mundo, perteneces a Dios,
y Éste grita dentro de ti pidiéndote que lo mires,
que reconozcas tu necesidad de Él.
Te extraño, dite a ti mismo y bien fuerte

¡Yo, (tu nombre), te digo: TE EXTRAÑO, VUELVE YA!

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