La divinidad de Jesucristo es uno de los temas más controvertidos al que se enfrenta todo ser humano. También es el más importante. Nuestra fe depende de esta pregunta.
Hay muchos que dicen que creen en Jesús y en Dios, pero no creen que Jesús sea verdaderamente Dios. Sin embargo, creen muchas cosas buenas sobre Él. Lo aceptan como un maestro, se maravillan de Él como sanador, lo reverencian como filósofo, revolucionario y reformador social. Pero no pueden, o no quieren, más bien, aceptarlo como Señor.
Hay que ser muy claro en este asunto. Usted puede creer todas estas cosas maravillosas de Jesús. Puede alabarlo como un profeta enviado por Dios todopoderoso, pero si no acepta que es uno con Dios, el Salvador que murió por los pecados de usted, entonces no lo conoce en absoluto.
Ahora bien, usted puede haber escuchado a personas argumentar que el mismo Jesús en realidad, nunca dijo ser Dios. Esto sencillamente, no es verdad. Una y otra vez en los evangelios, Jesús se pone a sí mismo en igualdad con el Padre y el Espíritu Santo (Juan 10.30; 14.6-14). La verdad es que si Jesús no fuera verdaderamente el Hijo de Dios, entonces, como apuntó C. S. Lewis, sería un loco o el mentiroso más detestable del mundo.
Si usted no sabe la respuesta a esta pregunta, no deje pasar otro minuto sin dar los pasos para conocerla. Tómese tiempo para examinar los evangelios, hable con su pastor o con amigos creyentes. Tome la decisión final y personal en cuanto a esta pregunta trascendental: “¿Era Jesucristo realmente Dios?”
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