El rey David, uno de los hombres más prominentes de la historia bíblica, había definido la madrugada como el tiempo de búsqueda del Señor. Era una disciplina que difícilmente modificaba. Fue ese convencimiento el que le llevó a escribir: “Dios, Dios mío eres tú; de madrugada te buscaré; mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, en tierra seca y árida donde no hay aguas…”(Salmo 63:1: Reina Valera 1960)
¿Cuánto tiempo lleva sin orar? Hágase esta segunda pregunta: ¿Cree que, sin pasar tiempo ante el Dueño de la obra, será altamente eficaz como obrero? Sin duda, la respuesta a estos dos cuestionamientos le llevará a reconsiderar sus conceptos y a reconocer que debemos pasar más tiempo en oración.
Tal vez por el día nos resulte imposible sacar tiempo para orar y por la noche llegamos rendidos. Si es así, no se levante de la cama hasta que no haya orado a Dios.
El Señor Jesús oraba al comenzar y al terminar la jornada diaria. El evangelio señala que “A la mañana siguiente, antes del amanecer, Jesús se levantó y fue a un lugar aislado para orar”(Marcos 1:35 NTV). Pero hay algo significativo también: A pesar del cansancio, el Señor Jesús no perdía tiempo y al terminar sus ocupaciones, iba a un lugar secreto a orar, como relata el evangelista Mateo: “Después de esto, Jesús hizo que sus discípulos subieran a la barca, para que cruzaran el lago antes que él y llegaran al otro lado mientras él despedía a la gente. Cuando la hubo despedido, Jesús subió a un cerro, para orar a solas. Al llegar la noche, estaba allí él solo, mientras la barca ya iba bastante lejos de tierra firme.”(Mateo 14:22-24. Reina Valera 1960)
Si la oración se convierte para nosotros, en una disciplina diaria, creceremos en ella diariamente y no nos preocupará lo cansados que nos encontremos sin antes ir al Señor en Su búsqueda.
Quizá uno de sus mayores anhelos, como hombre o mujer que sirve a Dios, sea desarrollar intimidad con Él. Desea conocerlo y en esa dirección ha enfocado sus esfuerzos para buscarlo. Si es así, el mejor camino para encontrarnos con Él es la oración.
Hablando al pueblo de Israel por medio de Moisés, y a nosotros hoy, el Señor instruyó: “Sin embargo, desde allí, buscarán nuevamente al Señor su Dios. Y si lo buscan con todo el corazón y con toda el alma, lo encontrarán.”(Deuteronomio 4:29. NTV)
Volvernos a Dios y encontrarle es posible. Basta que dispongamos nuestro corazón para esa búsqueda que comienza y que siempre proseguirá, en oración. Aparte tiempo y un lugar secreto para orar. Es la mejor decisión que nunca podrá tomar y que, sin duda, le resultará altamente satisfactoria y enriquecedora para su vida personal y espiritual.
¿Cuánto tiempo lleva sin orar? Hágase esta segunda pregunta: ¿Cree que, sin pasar tiempo ante el Dueño de la obra, será altamente eficaz como obrero? Sin duda, la respuesta a estos dos cuestionamientos le llevará a reconsiderar sus conceptos y a reconocer que debemos pasar más tiempo en oración.
Tal vez por el día nos resulte imposible sacar tiempo para orar y por la noche llegamos rendidos. Si es así, no se levante de la cama hasta que no haya orado a Dios.
El Señor Jesús oraba al comenzar y al terminar la jornada diaria. El evangelio señala que “A la mañana siguiente, antes del amanecer, Jesús se levantó y fue a un lugar aislado para orar”(Marcos 1:35 NTV). Pero hay algo significativo también: A pesar del cansancio, el Señor Jesús no perdía tiempo y al terminar sus ocupaciones, iba a un lugar secreto a orar, como relata el evangelista Mateo: “Después de esto, Jesús hizo que sus discípulos subieran a la barca, para que cruzaran el lago antes que él y llegaran al otro lado mientras él despedía a la gente. Cuando la hubo despedido, Jesús subió a un cerro, para orar a solas. Al llegar la noche, estaba allí él solo, mientras la barca ya iba bastante lejos de tierra firme.”(Mateo 14:22-24. Reina Valera 1960)
Si la oración se convierte para nosotros, en una disciplina diaria, creceremos en ella diariamente y no nos preocupará lo cansados que nos encontremos sin antes ir al Señor en Su búsqueda.
Quizá uno de sus mayores anhelos, como hombre o mujer que sirve a Dios, sea desarrollar intimidad con Él. Desea conocerlo y en esa dirección ha enfocado sus esfuerzos para buscarlo. Si es así, el mejor camino para encontrarnos con Él es la oración.
Hablando al pueblo de Israel por medio de Moisés, y a nosotros hoy, el Señor instruyó: “Sin embargo, desde allí, buscarán nuevamente al Señor su Dios. Y si lo buscan con todo el corazón y con toda el alma, lo encontrarán.”(Deuteronomio 4:29. NTV)
Volvernos a Dios y encontrarle es posible. Basta que dispongamos nuestro corazón para esa búsqueda que comienza y que siempre proseguirá, en oración. Aparte tiempo y un lugar secreto para orar. Es la mejor decisión que nunca podrá tomar y que, sin duda, le resultará altamente satisfactoria y enriquecedora para su vida personal y espiritual.
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