domingo, 31 de agosto de 2014

Nada es demasiado difícil cuando tenemos fe

Uno de los mayores regalos que Dios nos dio, fue que viviéramos con Fe.
No hay nada más fuerte que pueda conceder los deseos de tu corazón, que la Fe. El creer lo que no ves como si ya fuera, esa es la Fe.
Es la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.” (Hebreos 11:1)

Tener-feSin embargo, cuando se presentan situaciones difíciles, cuando vienen cuestionamientos, cuando viene el desánimo, muchos ponen en duda su fe. Pero es entonces cuando tu demostración de Fe debe tomar aún más fuerza, entonces podrás ver la mano Poderosa de Dios que te sostendrá y te dará descanso. A pesar de la situación que estés pasando, atrévete a creer, atrévete a confiar, atrévete a declarar solucionada tu situación.

En una ocasión también me tocó hacerlo. A pesar de no ver nada, a pesar de que todo estaba en contra, en un momento de oración, le dije a mi Dios:
Tú eres mi Padre, sé que tienes todo en tus manos, y a pesar de que no lo entienda, sé que Tú cumplirás lo que me has prometido y declaro que así será. Aun a pesar del dolor, lo declaro, porque tengo un Dios que cumple, un Dios de palabra, un Dios que me ama, y que va más allá de mis pensamientos y de mis soluciones.

Y así fue, después de eso, una lluvia de bendición vino a mi vida. Vivamos por Fe, es un mandato, pero qué hermoso mandato.
Como ves, la oración es lo más importante pero después de ahí necesitamos actuar en Fe, ir y buscar las oportunidades para que después, la puerta sea abierta. Las puertas se te van a abrir pero es necesario ir a tocarlas. Muchas personas están sentadas esperando que todas las promesas de Dios se cumplan en su vida, pero hay otras personas que han decidido levantarse, han decidido ir y a buscarlas; es ahí donde tu Fe está activa, es entonces cuando Dios dice: ¡Mi hijo ha creído!

Levántate, haz algo para cumplir esos sueños que Dios ha puesto en tu corazón. El Poderoso Gigante te está esperando para ir a tu lado.

“Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta.”  (Santiago 2:26)


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