No subestime nunca la importancia de la alabanza. Es una de las armas espirituales más poderosas que usted tiene. La alabanza es más que un canto agradable o unas pocas palabras de elogio a Dios. Es algo más. La alabanza le lleva a la misma presencia de Dios. Y cuando la presencia de Dios entra en escena, sus enemigos son echados fuera. Entonces, la enfermedad y la dolencia no pueden permanecer en su cuerpo. Tampoco la pobreza puede permanecer en su casa. Hasta el cansancio físico tiene que huir cuando se enfrenta con la verdadera alabanza, plena de gozo.
Acababa de orar por aquellos que estaban en la fila de oración y, como de costumbre, estaba exhausto. Pero en vez de descansar, el Espíritu del Señor me dio a conocer que lo que necesitaba era regocijarme en el Señor. Así lo hice. Comencé a alabar al Señor con todo mi corazón, mente y cuerpo. El cansancio se fue y fui investido de poder con la presencia de Dios.
La próxima vez que el diablo trate de ahogar su eficacia y de menguar su fortaleza, la riqueza y la victoria que son suyas estando en Jesús, rechácelo con esta poderosa arma. Levante sus manos, su voz y todo su corazón, y alabe a Dios.
Salmo 9:1-3 - Te alabaré, Jehová, con todo mi corazón. Contaré todas tus maravillas. Me alegraré y me regocijaré en ti; cantaré a tu nombre, Altísimo. Mis enemigos se volvieron atrás; cayeron y perecieron delante de ti.
Salmo 9:1-3 - Te alabaré, Jehová, con todo mi corazón. Contaré todas tus maravillas. Me alegraré y me regocijaré en ti; cantaré a tu nombre, Altísimo. Mis enemigos se volvieron atrás; cayeron y perecieron delante de ti.
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