"Muchas mujeres hicieron el bien; Mas tú sobrepasas a todas. Engañosa es la gracia, y vana la hermosura; La mujer que teme a Jehová, esa será alabada." Proverbios 31:29-30
Nuestro desafío es muy alto al comprender cada vez más, nuestra tremenda responsabilidad de vivir y disfrutar del hecho de ser mujeres, y con ello, de la enorme bendición que nos ha sido dada, de prodigar vida y belleza a nuestro alrededor.
Dios en su infinita sabiduría, hizo a la mujer a su imagen y semejanza e imprimió su hermosura en ella. Le encomendó la tarea de administrar el mundo junto con el hombre, para multiplicar y prosperar todo lo creado. Para ello le confirió características, dones y habilidades especiales, que harían de ella la ayuda idónea para ser el equipo perfecto con el hombre. Las Sagradas Escrituras nos enseñan que, el Padre declaró una bendición especial para la mujer con el hecho de llevar y transmitir vida; vida que no solo se limita al plano de lo meramente físico, sino que trasciende al alma y al espíritu de los seres humanos. Vale la pena que esas palabras, pronunciadas categóricamente por el Creador y que dan paso a extraordinarias realidades para toda mujer, que a ellas se acoja con confianza, que sean las que den inicio al maravilloso recorrido hacia la plenitud de ser mujer:
"Dijo también Dios a Abraham: A Sarai tu mujer no la llamarás Sarai, mas Sara será su nombre. Y la bendeciré, y también te daré de ella hijo; sí, la bendeciré, y vendrá a ser madre de naciones; reyes de pueblos vendrán de ella. "Génesis 17:15-16
No se trata de buscar nuestro origen, identidad y sentido de la vida en Dios, por tradición, por cultura, como aliciente o como si fuera una adivinanza. Olvidemos todo eso, se trata de que aprendamos a mirar a nuestras raíces espirituales, para descubrir la riqueza y la fortaleza que ellas nos proveen, y la capacidad y oportunidad que nos dan para crecer muy alto y para llevar mucho fruto en nuestra vida.
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