sábado, 24 de mayo de 2014

Sólo su Gracia me Basta

Y Él me ha dicho: Te basta mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, muy gustosamente me gloriaré más bien en mis debilidades.. — 2 Corintios 12:9
Dios no me dice: “Mira, ya hice Mi parte: encargarme de tu condición eterna. Ahora es justo que tú pongas la parte que te corresponde. La vida eterna me tocó a Mí; la vida diaria es tu responsabilidad.”
Dios quiere que Su gracia sea nuestra ración diaria.
Por esta razón, Jesús nos enseña a orarle a Dios para que nos dé nuestras necesidades de cada día, para que perdone nuestras deudas, nos indique el camino que debemos seguir, y nos libre del mal. Por esto, la mayoría de las cartas del Nuevo Testamento comienza con el saludo “Gracia a vosotros.”
La vida está llena de situaciones en las que son menores nuestros recursos: bancarrotas, devastaciones emocionales, desintegración familiar, aflicciones físicas y enfermedades. Nos encontramos en circunstancias que quisiéramos poder cambiar, pero no tenemos poder sobre ellas, aunque nos esforcemos por hacer algo al respecto.
La gracia es absolutamente lo contrario a la enseñanza de esta vida que dice que, estás solo y debes depender de tus propios recursos: “Esfuérzate en el trabajo. Invierte sabiamente. Da lo mejor de ti. Haz todo lo que puedas hacer, y sé todo lo que puedas ser.” La gracia, por el contrario, nos enseña a...
Gloriarnos en nuestras debilidades, en lugar de hacerlo en nuestras fortalezas (2 Corintios 12:9).
Reconocer que no somos personas hechas por nuestros esfuerzos (1 Corintios 15:10).
Vernos a nosotros mismos como mano de obra Suya, no nuestra (Efesios 2:10).
Ser fortalecidos con la gracia, no con nuestros rigores religiosos (Hebreos 13:9).
Hacerlo nuestro campeón en lugar de tratar de pelear las batallas por nuestra cuenta..
Hay momentos, como cuando estás de mal humor con tus hijos, que te incordian y no hay dinero suficiente para el pago de la hipoteca, cuando los médicos te diagnostican Hepatitis C, o cuando tu corazón está quebrantado, al parecer, sin la posibilidad de ser restaurado, que son momentos en los que se necesita la gracia.
La gracia es como un tanque de gasolina extra. Cuando se te acaba la gasolina, cambia de tanque. Para eso es. La gracia es como una lámpara que, cuando está demasiado oscuro y no podemos ver, dejamos de estar mirando con los ojos entrecerrados y encendemos la luz.
Dios nos invita a vivir en Su gracia; es una experiencia diaria.
Hoy me convenzo de que sólo su gracia me basta.
Gracias Señor, por seguir sosteniéndome con tu gracia y poder. Eso es lo que realmente necesito. Me vuelvo a ti con confianza. En el nombre Jesús. Amén.

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