Paseando por la ciudad, toda la familia, vimos a un grupo de hombres trabajando arduamente en una construcción. Cuando pasábamos junto a ellos, vimos salir a uno de los obreros y tambaleaba al caminar. Yo supuse que estaba borracho, pero cuando nos acercamos más para ver lo que le sucedía, nos dimos cuenta que se estaba ahogando. El día estaba muy frío, el joven había estado trabajando todo el día bajo este clima y además, se había mojado con agua fría. Debido a esto, los músculos de su cuerpo se habían contraído y, posiblemente debido a eso, no podía respirar. Me llamó la atención la insensibilidad de sus compañeros de trabajo, que veían que se ahogaba y ellos observaban impávidos como se iba muriendo. Mi esposo y yo decidimos buscar ayuda para que con urgencia fuera llevado al hospital, así fue atendido a tiempo y logró salvar su vida.
Después de esta experiencia, me quedé reflexionando sobre lo insensible que podemos llegar a ser, frente a las personas que necesitan de nuestra ayuda.
Al ver a alguien necesitado, deberíamos correr en su ayuda sin pensarlo. Dios nos dice en su palabra, que debemos ayudar a nuestro prójimo cuando lo necesita.
¡Demos gracias a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo! Él es un Padre bueno y amoroso, y siempre nos ayuda. Cuando tenemos dificultades, o cuando sufrimos, Dios nos ayuda para que podamos ayudar a los que sufren o tienen problemas. 2 Corintios 1:3-4 (TLA)
Si Dios nos ayuda cuando estamos en dificultades, nosotros también debemos ayudar a aquel que lo necesita, sin tener en cuenta su estatus social o lo bueno o malo que sea. Jesucristo nos enseñó con su ejemplo, que debemos ayudar, a Él no le importó que los fariseos lo criticaran por ayudar a un hombre enfermo en el día de reposo. Lucas 14:1-5
Si Jesús nos enseñó que debemos ayudar a aquel que nos pide ayuda, ¿por qué nosotros nos negaríamos a hacerlo? Tal vez digas, no tengo dinero para ayudar a alguien, pero esta no es la única manera de ayudar. A veces un simple plato de comida, un gesto, o una palabra de apoyo,...en fin, hay mucho que se puede hacer cuando uno tiene la disposición de hacerlo.
No te niegues hacer el bien a quien lo necesita. Dios recompensará tu amor desinteresado por tu prójimo.
“No te niegues a hacer el bien a quien es debido, cuando tuvieres poder para hacerlo. No digas a tu prójimo: Anda, y vuelve, Y mañana te daré, cuando tienes contigo qué darle. No intentes mal contra tu prójimo que habita confiado junto a ti”. Proverbios 3:27-29
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