
Después de esta experiencia, me quedé reflexionando sobre lo insensible que podemos llegar a ser, frente a las personas que necesitan de nuestra ayuda.
Al ver a alguien necesitado, deberíamos correr en su ayuda sin pensarlo. Dios nos dice en su palabra, que debemos ayudar a nuestro prójimo cuando lo necesita.
¡Demos gracias a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo! Él es un Padre bueno y amoroso, y siempre nos ayuda. Cuando tenemos dificultades, o cuando sufrimos, Dios nos ayuda para que podamos ayudar a los que sufren o tienen problemas. 2 Corintios 1:3-4 (TLA)
Si Dios nos ayuda cuando estamos en dificultades, nosotros también debemos ayudar a aquel que lo necesita, sin tener en cuenta su estatus social o lo bueno o malo que sea. Jesucristo nos enseñó con su ejemplo, que debemos ayudar, a Él no le importó que los fariseos lo criticaran por ayudar a un hombre enfermo en el día de reposo. Lucas 14:1-5
Si Jesús nos enseñó que debemos ayudar a aquel que nos pide ayuda, ¿por qué nosotros nos negaríamos a hacerlo? Tal vez digas, no tengo dinero para ayudar a alguien, pero esta no es la única manera de ayudar. A veces un simple plato de comida, un gesto, o una palabra de apoyo,...en fin, hay mucho que se puede hacer cuando uno tiene la disposición de hacerlo.
No te niegues hacer el bien a quien lo necesita. Dios recompensará tu amor desinteresado por tu prójimo.
“No te niegues a hacer el bien a quien es debido, cuando tuvieres poder para hacerlo. No digas a tu prójimo: Anda, y vuelve, Y mañana te daré, cuando tienes contigo qué darle. No intentes mal contra tu prójimo que habita confiado junto a ti”. Proverbios 3:27-29
No hay comentarios:
Publicar un comentario