viernes, 2 de mayo de 2014

La mejor forma de orar a Dios

Cierto día, un cura católico, un pastor evangélico y un gurú se pusieron a discutir sobre cuál era la mejor posición para orar a Dios. Cerca de ellos, un técnico de una empresa telefónica les escuchaba atentamente.

"De rodillas es definitivamente, la mejor manera de rezar", dijo el cura católico.
"No", dijo el pastor evangélico," los mejores resultados se obtienen con las manos extendidas al cielo".
"Los dos están equivocados", dijo el gurú, "la posición más efectiva para la oración es tumbado boca abajo en el suelo".


El técnico no pudo contenerse e interrumpió. "Hola amigos, disculpen que me meta, la mejor oración que yo hice en mi vida, fué una vez que quedé colgado boca abajo en la cima de un poste de teléfono, a 15 metros de altura". 

Cuando los apóstoles le dijeron a Jesús "Señor, enséñanos a orar", Él no les dijo que debían poner sus cuerpos en una postura en particular u orar en una posición determinada. En cambio, les enseñó que debían llegar a Dios con una actitud de humildad, respeto y con total dependencia de Él.

Podemos apreciar más claramente esto en Lucas 18; en una parábola, Cristo condenó al fariseo, que llevado por su vanidad y su auto-exaltación oraba para los hombres y no para Dios. Y alabó al publicano, que oraba parado en el templo con su cabeza inclinada, y lo hacía con humildad de espíritu.

Dios ve con mucho agrado la oración sencilla y sobre todo la humilde. Por eso, a la hora de hacerlo, es bueno revestirse de sencillez y humildad. Escrito está: "Dios resiste a los soberbios, pero da gracia a los humildes" 1 Pedro 5:5. Lo que da alas a la oración es la humildad de corazón de quien la realiza. En cambio. el orgullo y la autoestima desmedida le cierran la puerta de los cielos a cualquier plegaria. Quien se acerque a Dios debe despojarse de su ego y vanagloria personal. No puede ser engreído ni vanidoso, tampoco poseer una sobrestimación de sus virtudes y buenas obras.

Señor, te pido como el gran salmista David:

"Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti. Oh Jehová, roca mía, y redentor mío". Salmo 19:14

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