viernes, 2 de mayo de 2014

El Orgullo del Rendimiento

El orgullo por el rendimiento obtenido no representa un culto al ego. Más bien denota placer con humildad. “La calidad del trabajo y la calidad del obrero son inseparables”, y deberían ser también imprescindibles, pero con esfuerzo. Un esfuerzo a medias no produce resultados a medias; simplemente no produce resultados.
Tres hombres estaban colocando ladrillos. Un transeúnte les preguntó qué estaban haciendo. El primero contestó: “¿No ve que me estoy ganando la vida?”, el segundo dijo: “¿No puede ver que coloco ladrillos?”, el tercero indicó: “Estoy edificando un hermoso monumento”. Había tres personas haciendo exactamente lo mismo, pero con una perspectiva distinta de lo que estaban haciendo. Exhibían tres actitudes diferentes sobre su trabajo. ¿Y creen que sus actitudes afectarían su rendimiento? La respuesta es claramente que sí.
La excelencia viene cuando el obrero pone empeño en hacer lo mejor. Cada trabajo es un retrato de la persona que lo realiza, sin importar en qué consista el mismo, ya sea lavar coches, barrer el suelo o pintar una casa.
Hagámoslo bien la primera vez, no,...¡siempre! La mejor póliza de seguros para mañana es un trabajo bien hecho hoy.

Miguel Ángel había estado trabajando en una estatua durante muchos días. Estaba dedicando mucho tiempo a retocar cada pequeño detalle. Un transeúnte pensó que estas mejoras eran insignificantes y le preguntó a Miguel Ángel por qué se molestaba en dedicarles tiempo. Miguel Ángel contestó: “Las nimiedades hacen la perfección y la perfección no es una nimiedad”.

La mayoría de la gente olvida el tiempo empleado en hacer un trabajo, pero recuerda muy bien cómo fue llevado a cabo.

¡Cuán orgullosos estamos de hacer un trabajo no sólo bien hecho, sino con propósito! Tal vez muchos podamos estar de acuerdo con la primera parte del planteamiento, pero tristemente no todos concuerdan con la segunda, ya que muchas veces parece que obramos automáticamente, sin encontrarle sentido a lo que hacemos. Como si simplemente, mantuviéramos una máquina andando. Pero no es así. Lo que hacemos cuenta, y si lo hacemos con excelencia, cuenta aún más para Dios.



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