domingo, 18 de mayo de 2014

La disciplina de Dios

¡Qué mal nos sentimos cuando alguien nos corrige por algún error cometido! Aunque sea para nuestro bien, en muchos casos esto no nos ayuda a cambiar nuestra actitud y enmendar nuestros errores. Ante la corrección, a veces reaccionamos con enojo, motivados por el orgullo. El problema es que si éste prevalece, nos impedirá recibir los aportes beneficiosos que los demás pueden hacer a nuestra vida, identificando aspectos negativos de nuestro carácter que ni siquiera nosotros conocemos.
Aún recuerdo que la disciplina de mi madre me enojaba mucho, pero hoy doy gracias a Dios porque ella supo disciplinarme. Ahora soy yo la que tengo ese rol de disciplinar a mi hija y sé que seguramente, a ella no le gustarán mis correcciones, pero en última instancia son para que tenga un sano crecimiento.
Así mismo, Dios corrige nuestros errores y quiere que cambiemos ciertas actitudes, que no son agradables antes sus ojos. Así como nos molesta que nuestros amigos nos corrijan, de igual forma reaccionamos con Dios. Pero aunque no nos gusta, sabemos que nos ama y que es por nuestro bien.
Aunque en el instante preciso no sea fácil de entender, cuando todo haya pasado, veremos que pudimos madurar y que la corrección fue importante para nuestro crecimiento. Así que, no te enojes con Dios por su disciplina, al contrario, dale gracias y pídele sabiduría para entender por qué lo hace.
“…Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, ni desmayes cuando eres reprendido por él; Porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo”. Hebreos 12:5-6

No hay comentarios:

Publicar un comentario