domingo, 27 de abril de 2014

La Avaricia

“Bastante nunca es suficiente”. Eso es exactamente lo que es la avaricia.
La avaricia no es simplemente la apreciación excesiva del dinero. No es la sobre-apreciación de las cosas o la acumulación de las mismas. Tampoco es la extravagancia, porque la extravagancia es relativa. Si tienes más de un par de zapatos y dos abrigos ya eres extravagante para la mayoría del mundo.
La avaricia es un deseo loco, descontrolado; es el consumo fuera de control. La avaricia consiste en ser devorado por algún deseo. Les da permiso a las posesiones para que te dominen. Y al hacerlo, la avaricia llega a ser el cáncer de la satisfacción. Despacio consume a sus víctimas, remplazando el contentamiento por el deseo insaciable de obtener dinero y posesiones materiales. En resumidas cuentas, la avaricia es el amor al dinero.
Hace algunos años, una de las encuestas más grandes jamás conducidas de toda la historia preguntó a las personas ¿Qué estarías dispuesto a hacer por 10 millones de dólares?
El 3% dijo que estaría dispuesto a dar a sus hijos en adopción.
El 16% dijo que abandonaría a su cónyuge.
El 25% dijo que por 10 millones de dólares abandonaría a su familia para siempre.
El 23% dijo que por 10 millones de dólares aceptarían ser prostitutas por una semana.
En otra encuesta, cuyo monto era de 1 millón de dólares...
El 65% dijo que vivirían en una isla desértica a solas por un año.
El 30% dijo que pasarían 6 meses en la cárcel por un crimen que no cometieron.
Por $3,000 dólares – El 24% (1 de 4 personas), dijo que revelaría el secreto más profundo y oscuro de su mejor amigo, aunque anteriormente juró sin monto, por cielo y tierra, que no se lo diría a nadie.
Por $500 dólares – El 66% dijeron que besaría en los labios a un completo extraño.
Por $50 dólares – 3 de 4 personas dijeron que besarían a una rana.
La avaricia es muy común y los parámetros de qué haremos y por cuánto, están arraigados por nuestro amor al dinero. Del amor al dinero surgen los fraudes, las mentiras, los robos, las traiciones, y los engaños.
El historiador y ensayista griego, Plutarco, dijo: “La bebida apaga la sed, la comida satisface el hambre; pero el oro no apaga jamás la avaricia”.

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