viernes, 25 de abril de 2014

Amar a vuestros enemigos

"Pero a vosotros los que oís, os digo: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen; bendecid 
a los que os maldicen, y orad por los que os calumnian".
Lucas 6:27-28

Los cristianos hemos sido perseguidos durante toda la historia. Desde la iglesia primitiva hasta nuestros días, se cuentan por millones los hermanos que han sufrido y sufren todo tipo de violencia y persecuciones, por el bendito hecho de predicar la palabra de Dios. Hemos escuchado y leído sobre cristianos que aun siendo golpeados, hostigados y encarcelados, han respondido con dignidad y gracia admirable. Sin lugar a dudas, ellos aprendieron a aplicar el mandamiento de Cristo cuando dijo "Amad a vuestros enemigos," incluso en las más duras de las circunstancias.

No debemos pelearnos a golpes de puño por defender nuestra fe, como tampoco debemos ponernos a correr, cuando nos encontramos con alguien que no está de acuerdo, nos odia y nos quiere maltratar. La manera mas fácil y natural de responder a un enemigo es hacerle ver lo desagradable que es para nosotros, pero guardando rencor multiplicamos en ellos el resentimiento. 

Jesús nos enseña a amar a nuestros adversarios y a tratarles bien. El término griego de amor incondicional es "agape". "Agape" es un acto de nuestra voluntad, en el que sólo se tiene en cuenta el bien de la otra persona. Cuando elegimos amar, sujetamos nuestras emociones a la voluntad de nuestra mente.

Y además, una respuesta adecuada a un enemigo también le resultará beneficiosa para él. Dios tiene un plan redentor para las vidas de todas las personas, incluso para aquellas a las que nosotros no somos de su agrado, y nos guste o no, tenemos la oportunidad de ayudarles a mostrarles el camino al Señor. Si les respondemos con enojo o con violencia, o devolvemos sus insultos, sólo servirá para alimentar el deseo de nuestro adversario a causarnos daño, y estaremos dando un mal testimonio de la fe que predicamos tener.


El impulso natural cuando alguien nos hace un mal, es pagarle con la misma moneda, y éste impulso sólo puede ser vencido mediante la oración, el arma más poderosa que tenemos los cristianos. Sabiendo estas verdades, debemos llevar a la práctica las enseñanzas recibidas, y en lugar de andar mendigando a Dios para que derrote a nuestros opositores, podríamos pedirle que nos dé la oportunidad de poder expresarles amor auténtico y cristiano. El Señor se deleita en responder a este tipo de oraciones. Cuando tenemos el privilegio de intentar agradar a alguien que nos desprecia, sólo podemos esperar ver un sorprendente cambio en su vida.

 "Porque si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores aman a los que los aman". Lucas 6:32 

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