domingo, 9 de marzo de 2014

Insiste hasta que te responda

¿Creen ustedes que Dios no defenderá a las personas que él eligió, y que día y noche le piden ayuda? ¿Creen que tardará él en responderles? ¡Claro que no, sino les responderá de inmediato! Lucas 18:7-8
En la Biblia tenemos dos claros ejemplos de personas que insistieron hasta obtener lo que necesitaban:
-La primera es una viuda que frecuentemente buscaba al juez de su ciudad y le pedía que le hiciera justicia en la corte. Al principio él no quería atenderla, pero a causa de su persistencia la ayudó para evitar que le siguiera molestando.
praying-El segundo, es un hombre que a medianoche va a la casa de un vecino y le pide prestado tres panes, porque un amigo había llegado de viaje y él no tenía nada que ofrecerle. Pese a la inoportunidad del vecino, el hombre terminaría dándole lo que necesitaba.
Estos dos pasajes sirven para preguntarnos lo siguiente: ¿Si Dios mora en nosotros, por qué seguimos igual en determinadas áreas de nuestra vida? La única respuesta posible es que estamos haciendo algo mal. Posiblemente, al no ver la respuesta de Dios en nuestro tiempo y conforme a nuestros planes, entrara el desánimo y la duda en nuestro corazón y ahora sólo oramos algunas veces, cuando nos acordamos de cierta petición o cuando tenemos problemas.
Pero la Palabra de Dios nos manda orar sin cesar y en todo tiempo, no sólo cuando Dios responde de inmediato, sino también cuando su respuesta tarda e incluso cuando su respuesta es “No”.
Debemos orar cada día sin desmayar, ser constantes, perseverantes e insistentes, no darnos por vencidos en ningún momento. Necesitamos tener disciplina al orar.
Otro asunto importante es que debemos empezar a pedir también por los demás, no sólo enfocarnos en nuestras necesidades, sino pedir por la salvación de otras personas en todo el mundo, debemos pasar de la oración a la intercesión. Dios nos enseña a clamar y a pedir por los motivos que están en el corazón de otros.
Si tu oración es la misma todos días, quizás sea un buen momento para un cambio. Esto es, comenzar a pedirle a Dios más amor, pasión, bondad, misericordia y compasión por el dolor ajeno. Piensa en quién está necesitando de tus oraciones en este momento. Suplica especialmente por los que necesitan salvación para su vida. Hazlo como quisieras que clamaran por ti, y verás como Dios va concediendo poco a poco los anhelos de tu corazón aún sin pedírselos, porque Él te conoce y al interceder por otros demuestras tu total confianza y seguridad en tu Padre Celestial.
No se olviden de orar. Y siempre que oren a Dios, dejen que los dirija el Espíritu Santo. Manténganse en estado de alerta y no se den por vencidos. En sus oraciones, pidan siempre por todos los que forman parte del pueblo de Dios. Efesios 6:18
¡Quien deja de orar, deja de esperar!

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