“…a pesar de todas estas cosas, nuestra victoria es absoluta por medio de Cristo, quien nos amó.”(Romanos 8: 37. NTV)
Perdedor o ganador. Dos palabras únicamente. Léalas con detenimiento. Ahora ubíquese en uno de los dos polos: ¿Es usted un perdedor o por el contrario un ganador? Nadie más que usted tiene la respuesta, pero al mismo tiempo, la responsabilidad según la situación en la que se encuentre.
Piense un momento en el enorme número de personas con las que usted se relaciona diariamente. Su mente gira alrededor del fracaso; sus palabras hablan de derrota; sus pensamientos se inclinan a la frustración. ¿Por qué? Porque desde lo más íntimo de su ser se preparó para estar en el suelo, para no dar pasos de victoria. Somos perdedores por naturaleza.
¿Qué determina emprender un nuevo camino? Lo determinante es cambiar nuestra forma de pensar. El apóstol Pablo hace énfasis en el asunto, cuando nos llama a modificar nuestros esquemas de pensamiento (Romanos 12:2). Basta creer que hay un Dios que nos creó con enormes capacidades para ser triunfadores, y movernos en Su dirección.
“Un mínimo cambio en tu forma de pensar, añadido a tus experiencias, percepciones y decisiones de toda una vida, te llevará a un lugar que está a millones de kilómetros de donde terminarías, si no llevas a cabo esa modificación…. Hay frases que asesinan sueños, no te dejes arrastrar por ellas. Esas frases provienen generalmente de gente que las dice, que siempre son hombres y mujeres que ya renunciaron a sus sueños.”(Robert Kiyosaki).
No es algo difícil. En nuestro caso, como cristianos, basta reconocer que Él nos concibió para ser ganadores. Podemos serlo con nuestra vida personal, pero también transferir esa convicción de ganadores a nuestro cónyuge e hijos. Todos fuimos creados por Dios para disfrutar lo mejor de la vida, y rendir los mejores frutos en nuestra existencia.
El apóstol Pablo enfatizó sobremanera nuestra condición de vencedores, cuando escribió: “¿Acaso hay algo que pueda separarnos del amor de Cristo? ¿Será que él ya no nos ama si tenemos problemas o aflicciones, si somos perseguidos o pasamos hambre o estamos en la miseria o en peligro o bajo amenaza de muerte? Como dicen las Escrituras: Por tu causa nos matan cada día; nos tratan como a ovejas en el matadero. Claro que no, a pesar de todas estas cosas, nuestra victoria es absoluta por medio de Cristo, quien nos amó.”(Romanos 8:35-39. NTV)
Dios nos hizo triunfadores, y en esa dirección debemos caminar. Triunfadores en el trabajo, triunfadores en la relación familiar, triunfadores en la vida cristiana. Triunfadores como quiera que nos desenvolvamos.
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