domingo, 26 de enero de 2014

¡No confiaré jamás!

Viajaba en avión con destino a mi ciudad a 12,000 metros de altura. Deseaba regresar lo antes posible a mis labores profesionales y ministeriales, pero en mi contra iban 3 horas de retraso por una indebida decisión administrativa de la aerolínea. Observaba y disfrutaba un impresionante cielo lleno de luz e inmensas nubes, cuando de repente, comenzó a temblar el avión por una inesperada tempestad que nos daba la bienvenida a su territorio celestial. Entonces vimos cómo en cuestión de segundos, un hermoso y brillante atardecer se transformaba en una oscura y tenebrosa tarde. Era un panorama dramático donde el día cambió a la noche en cuestión de segundos.
Instantáneamente comencé a pensar cómo había iniciado mi agenda-calendario desde que me despedí de mi familia: artículos o cosas personales que no aparecían, un tráfico inesperado y congestionado además de la falta de estacionamiento en el aeropuerto, decenas de personas haciendo fila o esperando para ser atendidos, y para completar, recibo la noticia de que mi vuelo estaba retrasado varias horas. Mientras pensaba, experimentaba una sensación de falta de control y dominio sobre asuntos que había coordinado con anterioridad, para llegar felizmente a mi destino e iniciar mi jornada en la radio.
A medida que se agitaba más el avión en el aire por causa del viento, venía a mi mente la Palabra que había predicado el día anterior en la comunidad de fe donde fui invitado. Ese domingo estaba exponiendo la verdad bíblica que declara el Salmo 37:1-9.  El objetivo de la reflexión era comprender que cuando encomendamos nuestra vida a Dios y confiadamente, nos deleitamos en lo que Él ha expresado, todos nuestros anhelos se cumplirán, y nuestras dificultades no serán problemas sino oportunidades. Irónicamente mi anhelo de llegar a tiempo a mi oficina era algo, evidentemente, imposible. Era muy obvio que esto no pasaría. 
Ahora bien, yo debía elegir entre angustiarme o aplicar lo que estuve enseñando aquella mañana a mis hermanos en Cristo. Durante el tiempo que faltaba para ver nuevamente el sol y el cielo azul con sus nubles blancas, comencé a repasar algunos detalles importantes y valiosos del Salmo 37:1-9:
*SER PACIENTE,
*TENER SEGURIDAD
*DISFRUTAR EL PROCESO
*DESCANSAR Y REPOSAR
*ESPERAR LA SOLUCIÓN
*VER MAS ALLÁ
Afortunadamente pude reaccionar y dejar que la verdad de la Palabra me consolara, mientras rehacía un nuevo plan de viaje y todo retornaba a la normalidad. La travesía al país de Estados Unidos se completó a pesar de estar fuera del horario diseñado originalmente. Se realizó sin mayores incidentes, y obtuve una nueva experiencia: “NO CONFIARÉ JAMÁS…en mis fuerzas y habilidades, sino en la BENEVOLENCIA DIVINA”.
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario