miércoles, 15 de enero de 2014

Los Planes de Dios

Dice la escritura en Hechos capítulo 27, que la nave (barco) en la que Pablo viajaba, ya navegaba con algunos problemas. En esa embarcación viajaba un hombre de Dios, Pablo, que continuamente estaba formulando advertencias, pero dice la Palabra que el centurión daba más crédito al piloto y al patrón de la nave que a lo que Pablo decía (Hechos 27:11)
Pero finalmente, soplando una brisa del sur, les pareció que tenían lo que querían y zarparon. Les duró poco. Pronto la embarcación se vio envuelta en una furiosa tempestad y quedó a la deriva para finalmente quedar encallada cerca de la playa, y las más de doscientas personas que la abordaban llegaron a tierra como pudieron.
En esta vibrante escena de la Biblia se distinguen algunos denominadores comunes con la actualidad. El centurión daba más crédito al piloto y al patrón de la nave. Cumplía con su trabajo. Estaba muy bien lo que hacía, aunque los que gobernaban la nave tenían un criterio a todas luces discutible.
Pero los planes de Dios trascienden deseos y peticiones humanas. Nadie iba a morir ya que Pablo estaba allí y no debía morir todavía. Dios distribuye sus bendiciones de acuerdo a un plan superlativo, no a los antojadizos deseos de cada uno de nosotros. Si no hubiese estado Pablo, ni siquiera sabríamos de esa embarcación. Sería un número más de tantos naufragios anónimos ocurridos en todo el mundo.
Hoy pedimos a Dios muchas cosas. Unas cuantas no se cumplen, y está muy bien que sea así. ¡Vamos a ver! Si el médico pidiera mucho trabajo a Dios y Él se lo diera, significaría que habría mucha gente enferma. Eso no es bueno. Si el mecánico pidiera mucho trabajo a Dios y Él se lo diera, querría decir que hay mucha gente con su coche estropeado. Tampoco es bueno. Si el constructor pide a Dios mucho trabajo y Él se lo da, quiere decir una de dos cosas: que hay mucha gente próspera que puede acceder a su sueño y construir su propia casa, o que hubo una terrible catástrofe y hay que levantar toda una ciudad de nuevo. Depende desde qué punto de vista se mire.
Los planes de Dios, insistimos, son superlativos. Trascienden nuestro pequeño mundo. No hay secretos en esto: Para poder recibir grandes bendiciones hay que estar en el centro de la Voluntad de Dios. Y Pablo salió beneficiado porque lo estaba, cumpliendo con Sus Planes.
Hay quienes creen y enseñan que “su receta” es válida para todos. Pues bien: NO ES ASÍ. Jesús le dijo a Pedro: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti? Sígueme tú. (Juan 21:22) Y con esto fue clarísimo: Tiene propósitos diferentes contigo y con tu hermano, y para cumplirlos no le concederá lo mismo a ti que a tu hermano. Y esto no depende de ti, ni de tu hermano, sino de ÉL y de los propósitos que tenga para vosotros dos por separado.
Uno escucha al piloto y al timonel de la nave, es decir a los líderes espirituales, y eso está muy bien. Pero nunca debemos perder de vista lo que Dios nos dice y discernir lo que nos dejó en las Escrituras. Que es básicamente lo mismo que ocurría en esa nave de Hechos cap. 27, donde Dios les trasmitía sus advertencias a los tripulantes por intermedio de Pablo.

Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí.

(Juan 5:39 RV60)
 

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