domingo, 29 de diciembre de 2013

Jesús dijo: Me Seréis Testigos – Hechos 1:8 - Devocional

“ME SERÉIS TESTIGOS.” (Hechos 1:8b)
En la sala de un tribunal no se espera de un testigo que discuta sobre el caso o que ejerza presión sobre el veredicto; este es trabajo del abogado. Los testigos simplemente cuentan lo que vieron y experimentaron. Y Jesús dijo: “Me seréis testigos.” (Hechos 1:8b).
testigos-de-Jesus-biblia-abierta

No hay otro testimonio igual que el tuyo. Sólo tú puedes compartirlo. Si no lo haces, se habrá perdido para siempre. Puede que no seas un erudito de la Biblia, pero tú eres la autoridad de tu vida. De hecho tu testimonio es más eficaz que un sermón, porque la gente ve a los pastores como vendedores profesionales, pero a ti te ve como un cliente satisfecho. Tu testimonio pierde interés cuando citas a teólogos, pero la gente tiene una curiosidad innata acerca de experiencias que nunca ha tenido. Así que, todo lo que tienes que hacer es usar tu testimonio, para construir un “puente” que Jesús podrá “cruzar” hacia dentro de sus corazones.

Tu testimonio pasa por encima de las defensas intelectuales. Muchas personas, que no necesariamente aceptan la autoridad de la Biblia, respetarán tu experiencia personal. Por eso Pablo utilizó la historia de su vida en seis ocasiones distintas para compartir el evangelio. Pedro escribió: “…estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros” (1 Pedro 3:15b). Nota las palabras "estad… preparados…". Para estar preparado, escribe tu testimonio y memoriza los puntos principales. Podrías preguntar: “¿Cuáles son?”:

(a) Cómo era antes tu vida.
(b) Cuándo te diste cuenta de que necesitabas a Jesús.
(c) Cómo le entregaste tu vida.
(d) La diferencia que É
l ha creado. 


 ¿De acuerdo? Ahora, vete, y ¡cuenta tu testimonio!

“VOSOTROS PENSASTEIS HACERME MAL, PERO DIOS LO ENCAMINÓ A BIEN, PARA… MANTENER CON VIDA A MUCHA GENTE” (Génesis 50:20)
Haz una lista de las circunstancias y crisis en las que Dios te ha ayudado a salir, y sé sensible; usa tu testimonio de manera que tu oyente lo pueda entender lo mejor posible¿Qué lecciones has aprendido sobre relaciones, problemas, tentaciones, hábitos, y otros aspectos de la vida? David oró: “Enséñame, Señor, el camino de tus estatutos y lo guardaré hasta el fin” (Salmo 119:33).

Ahora bien, aunque es sensato aprender de experiencias, no se dedica el tiempo preciso para aprender de pruebas y errores. Podríamos evitar muchísimas frustraciones si sólo quisiéramos aprender de las experiencias de otros. Las personas sabias desarrollan la costumbre de extraer lecciones de la vida cotidiana. Por lo tanto, empieza a hacer tu lista. No sabrás realmente lo que sabes hasta que no lo hayas escrito. Aquí hay unas preguntas para dar un “empujoncito” a tu memoria y para ayudarte a empezar:
¿Qué es lo que me ha enseñado acerca de la falta de dinero? 
¿Qué me ha enseñado sobre el dolor o la depresión? 
¿Qué me ha enseñado por medio de la espera? 
¿Qué es lo que me ha enseñado sobre la desilusión? 
¿Qué he aprendido de mi familia, congregación, profesión, relaciones, tutores, amigos, y de los que me critican? 
Cuando puedes mirar a tu vida como lo hizo José y decir: “Vosotros pensasteis hacerme mal, pero Dios lo encaminó a bien, para… mantener con vida a mucha gente” (Génesis 50:20), tienes un testimonio que interesará a otros y les atraerá a Cristo.

“…HABÍA EN MI CORAZON COMO UN FUEGO ARDIENTE METIDO EN MIS HUESOS. TRATÉ DE RESISTIRLO, PERO NO PUDE” (Jeremías 20:9b)
Dios es un Dios apasionado. Él ama ciertas cosas y odia otras. El Señor te apasionará en algo. Él se interesa en ti profundamente. Sea lo que sea, te sentirás obligado a hablar sin miedo o a hacer lo que puedas para marcar la diferencia. No puedes frenarte para no compartir aquello que más te importa. Jesús dijo: “…de la abundancia del corazón habla la boca” (Mateo 12:34b). Dios te apasionará para defender alguna causa; a menudo estará relacionada con alguna experiencia personal, como un abuso, una dependencia, un divorcio, una depresión, una enfermedad, o cualquier otro reto.

Dios utiliza gente apasionada para realizar sus propósitos. Te dará un anhelo apasionado para fundar nuevas congregaciones, apoyar emisoras de televisión y radio cristianas, o para adiestrar líderes... O puede que hayas recibido una pasión para alcanzar a un grupo de personas en concreto: hombres de negocios, adolescentes, solteros, estudiantes, madres solteras, prisioneros, víctimas de incesto, o aquellos con una afición al deporte en particular. Si se lo pides al Señor, Él pondrá una carga en tu corazón por un país o un grupo étnico específico.
Dios nos da a cada uno diferentes pasiones. ¿Que para qué? ¡Para que todo aquello que Él quiere que se haga, sea hecho! Pero no esperes que todo el mundo sea igual de apasionado respecto a la pasión que tú sientes. Aprende a escuchar y a valorar la pasión dada por Dios a otra persona, porque nadie puede hacerlo todo por sí mismo. Nunca menosprecies la pasión de otros. “Bueno es mostrar interés por lo bueno siempre…” (Gálatas 4:18). Así que, ¿qué te apasiona hoy?

“ANDAD SABIAMENTE PARA CON LOS DE AFUERA, APROVECHANDO BIEN EL TIEMPO” (Colosenses 4:5)
Todos le importamos a Dios, ¡sin excepciones! “Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación” (2 Corintios 5:19).
El amor no nos deja opción. Escucha: En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor…” (1Juan 4:18). Un padre entrará corriendo en un edificio en llamas para salvar a su hijo. Porque el amor por ese hijo es más grande que el miedo. Si has tenido miedo de compartir las Buenas Nuevas con aquellos a tu alrededor, pídele al Señor que te dé un amor más grande por ellos. Mientras haya una persona en tu círculo de influencia que no está en la familia de Dios, debes tratar de alcanzarlo. ¡Hacer menos es decir de hecho: “Te puedes ir al infierno”.
¿Qué es lo que estás dispuesto a hacer para que las personas que conoces vayan al Cielo? ¿Las invitas a la iglesia? ¿Compartes tu testimonio? ¿Les das una copia de este devocional? ¿Las llevas a comer? ¿Oras hasta que sean salvas? Tu campo de misión está a todo tu alrededor.
¿Podrá alguien decirte en el Cielo: “¡Gracias! Estoy aquí porque te interesaste lo suficiente para compartir tu testimonio conmigo.”Imagina el gozo de saludar a personas en el Cielo a quienes hayas ayudado a llegar allí. La salvación de una sola alma es más importante que cualquier otra cosa que logres alguna vez. ¡Porque sólo las almas perdurarán para siempre!

No hay comentarios:

Publicar un comentario