“SEÑOR: AUMÉNTANOS LA FE” (Lucas 17:5b)
¿Por qué viene la duda tan fácilmente?: he aquí 4 razones:
(1) Porque las personas que dudan son fáciles de encontrar.
¿Cuántos auténticos amigos de fe tienes? Probablemente no muchos. Normalmente, las personas de nuestro alrededor tienden a fijarse en los obstáculos, abriendo así la puerta a la duda. Una vez que la “ola” se pone en movimiento todos “se montan” en ella.
(2) Porque la duda satisface nuestra necesidad de autoprotección.
A nadie le gusta estar equivocado, herirse, fallar, así que, nuestro razonamiento subconsciente dice así: ‘Es más fácil no confiar en Dios y bajar mis expectativas; así no quedaré decepcionado”. Pero aun así estás decepcionado, ¿verdad? ¿Y por qué? ¡Porque dudaste!
(3) Porque dudar es pasivo.
Por la mañana no te despiertas y dices: “Hoy voy a dudar de Dios”. No, la duda se mueve hacia dentro de un espacio vacío para llenarlo. Ella toma el control cuando no se hacen las cosas correctas. “La fe es por el oír, y el oír, por la Palabra de Dios”(Romanos 10:17). Si no te mantienes ocupado con la Palabra de Dios, serás constantemente invadido por las dudas.
(4) Porque dudar es contagioso.
Es más fácil que te contagies con ella que con un resfriado. Sus portadores son las palabras. Salomón escribió: “…has quedado atrapado en los dichos de tus labios” (Proverbios 6:2b). Las palabras te edifican o te destruyen. Por ejemplo: (a) “¿Qué puedo hacer”, contra “En la fuerza de Dios puedo”; (b) “¡Es horrible!”, contra “Es una experiencia de aprendizaje”; (c) “No veo la salida” contra “No es demasiado grande para el Señor”. Tus palabras determinan el clima espiritual de tu vida. Así que, para dejar a un lado la duda e ir tras la fe, empieza eliminando de tu vocabulario cualquier sentimiento que no se ajuste a la Palabra de Dios.
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