domingo, 27 de octubre de 2013

Mi casa ya no es mi hogar - Devocional

La mayoría de los adolescentes se quejan diciendo ¡mi casa es un infierno!, y en lugar de procurarse un lugar de descanso y paz, muchas veces sólo encuentran un ambiente pesado, cargado de peleas y riñas, por lo cual prefieren evitar pasar tiempo en sus casas. Algunos, en la búsqueda de un lugar agradable, se unen a ciertos grupos urbanos, pandillas, que lo que hacen para captarle, es venderles la idea errónea de que son "su familia".
Lo mismo sucede con los padres, que cuando llegan de su trabajo después de una agotadora jornada, buscando algo de paz, a menudo sólo se encuentran con una esposa que le recibe con quejas y con una interminable lista de problemas causados durante el día.
enojoSe ha demostrado en muchos niños con problemas de aprendizaje, que su dificultad no tiene nada que ver con una carencia intelectual, sino con el problema radicado en su hogar. Al no haber un ambiente de amor y armonía, se sienten inseguros y lo terminan reflejando en un bajo rendimiento en sus estudios.
También se han hecho investigaciones para observar de qué manera los niños afrontan sus conflictos, y se encontró una característica común en todos aquellos que habían pasado satisfactoriamente esta prueba: todos venían de familias que vivían un ambiente cordial.
Esta conclusión no es sorprendente, ya que la familia es nuestro lugar de protección, y cuando es estable, automáticamente nos sentimos seguros para enfrentarnos a cualquier conflicto. De esta forma se crea un ambiente favorable para el desarrollo de nuestras habilidades. Por lo tanto es importante que te preguntes: ¿se respira paz y amor en mi casa?, ¿cuál es mi aporte a este ambiente?
!Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía! Salmos 133:1
Lo dicho para la familia es aplicable también a otros ámbitos, en los cuales nos desenvolvemos, como el trabajo, la iglesia, un club,... donde sin embargo, a veces se siente un ambiente pesado difícil de soportar. Esto sucede porque hay enojos, murmuraciones, chismes, envidia, celos…
Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto? Y nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a Dios, ame también a su hermano. 1 Juan 4:20-21
Si no amas a tu hermano y no sabes perdonar, entonces mientes cuando dices que amas a Dios. Ésta declaración es palabra de Dios, que no nuestra. Por lo tanto, cuando sientas ganas de enojarte, de criticar o murmurar, etc., ¡no lo hagas!. Recuerda que todo esto, aunque parezca inofensivo, afectará gravemente al ambiente en el cual te desenvuelves.
Todos somos responsables de buscar un clima de armonía, paz y felicidad, comenzando en nuestra casa, pero también en la iglesia y en el trabajo.
¡Comienza a hacer algo distinto para mejorar el ambiente de tu hogar, da el primer paso. Quizás un gesto tuyo sea imitado por otros, otros que también se sentirán felices de contribuir a una mejor convivencia.  La meta debe ser que cada persona que visite tu casa o tu iglesia, pueda percibir no sólo el amor a Dios, sino también el de nuestros semejantes.

¡No seas parte del problema, sé parte de la solución!

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