“Mis pensamientos no se parecen en nada a sus pensamientos —dice el Señor—. Y mis caminos están muy por encima de lo que pudieran imaginarse. Pues así como los cielos están más altos que la tierra, así mis caminos están más altos que sus caminos y mis pensamientos, más altos que sus pensamientos.”
Isaías 55:8-9 Nueva Traducción Viviente (NTV).
Nuestro DIOS es el SEÑOR del universo. Todo cuanto existe está a su disposición y nadie puede echar atrás sus decretos. Sus recursos son inagotables y además, Él es bueno y misericordioso, dando como resultado un DIOS que se deleita en bendecir a todo aquel que le crea y le honre. Jesús lo dijo con estas palabras:
Un error que puede cometer el creyente es pensar que DIOS no está de su lado, y que esto le roba bendiciones. Se puede caer en el error de dejar de orar por aquellas peticiones que no se han recibido, al pensar que el SEÑOR no quiere bendecirnos, cuando realmente el creyente sólo tiene que esperar a que llegue el tiempo de DIOS. Y en los demás casos, cuando no se recibe lo que se espera, es porque el SEÑOR tiene un plan más alto, que será mejor tanto para Él como para el creyente, pero se debe tener fe para ello.
Dejando a un lado cuál sea la necesidad o petición, DIOS siempre escucha a los suyos y se encarga de responderles. El SEÑOR ha dicho que todas las peticiones sean puestas delante de Él, todas, sin importar lo difícil que parezcan (Filipenses 4:6). Cuando esto se hace, DIOS se encarga de ellas. Y en el momento preciso, que no es ni tarde ni temprano, Él actuará realizando lo mejor.
Jamás se debe pensar que DIOS no quiere ayudar a los suyos, cuando es una constante su bondad y misericordia con aquellos que se humillan delante de Él y le honran. Es una mentira del enemigo hacernos creer que Él no quiere ayudar a los suyos. A menudo el creyente puede albergar confusión o endurecimiento en su corazón, al no recibir lo que anhela en el tiempo y en el modo que lo quiere, y esto le separa de DIOS. En esta situación, el creyente debe pedir perdón al SEÑOR y permitirle que limpie su corazón, para así ser sanado de su falta de fe (Oseas 14:4).Si tú has dudado de que DIOS quiere lo mejor para ti y que está de tu lado, haz esta oración y permite que tu fe sea restaurada:
“DIOS, perdona mi incredulidad. Limpia mi corazón de pecado. Ayúdame a entregarte el peso que me ha afligido. Ayúdame a creer que quieres lo mejor para mí y que estás de mi lado. Quiero alabarte con mi vida. Oro en el nombre de Jesús, Amén.”
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