miércoles, 28 de agosto de 2013

Ojos brillantes - Ánimo en mensaje - Vídeo

benjamin zander
Tuve la posibilidad de ver un vídeo que en medio de un día común y corriente, transformó algo dentro de mí. El vídeo lo he vuelto a ver una y otra vez y sigue teniendo el mismo efecto, es increíble.
Benjamin Zander es director de orquesta de la filarmónica de Boston y con una sencillez y entusiasmo sin igual, logra transmitir tantas ideas de manera tan locuaz, que es imposible quedar igual después de verle dirigir y hablar. 

Dentro de sus míticas frases, él señala que cada uno de nosotros puede saber si está haciendo bien su trabajo o relacionándose bien con las personas, si a éstas les brillan los ojos después de conversar o pasar tiempo con ellos. Pero esto también pasa con nosotros, y al revés ¿hace cuánto tiempo no se nos iluminan los ojos al hablar sobre algo a alguien? Tengo la experiencia propia de que cada vez que hablo de mi evangelización, de mi fe en Dios, mis ojos podrían iluminar una ciudad entera con el brillo que me genera estar con Él o sólo recordar eso.

Y parece ser que la vida se trata un poco de esto: de ojos brillantes. De encontrar una pasión, un sueño, una meta que queramos alcanzar. Que cuando encontremos “eso” que buscamos, podamos pasar horas y horas hablando de ello como si no existiese el tiempo, como si las palabras no se acabaran, como si fuera lo mejor que nos ha pasado. Esto me parece fabuloso, porque creo que a la primera persona que le brillaron los ojos con tal magnitud fue a Jesús, y con esa luz brillante que se proyectaba en su mirada, fue capaz de envolvernos e iluminarnos.

Siempre que me imagino a Jesús hablando con sus discípulos me imagino a alguien fascinante… si no, no le hubiesen seguido ni escuchado. Imagino que cada vez que Jesús hablaba, sus ojos se iluminaban tanto que era imposible despegar la vista de Él, y creo que los ojos de los discípulos brillaban también al escucharle hablar. ¡Qué ganas de experimentar y de ver otros ojos brillar! Y realmente tenemos esa posibilidad.

La palabra de Dios bien nos dice que somos embajadores del Reino, lo que nos daría la posibilidad de llevar una vestidura especial caso de que esto fuese real. Pero nuestra vestidura es más bien interna, y cuando quisiéramos “destacar” el primer rasgo que los otros deberían identificar en nosotros, como “la luz de nuestro mirar”, algo parecido y al mismo tiempo distinto debemos tener, algo de nosotros debe “brillar”.

Cuando hablas de Jesús y de lo que ha hecho por ti o por tu familia, ¿te brillan los ojos? ¿Cuándo fue la última vez que miraste al cielo con ojos brillantes para pronunciar un enorme GRACIAS a tu Creador? ¿Eres capaz de despertar ojos brillantes en otras personas cuando les cuentas de lo bendecida que ha sido tu vida?

Mírate al espejo. Mírate a los ojos, 

¿hay hoy algo de brillo allí?

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