¨Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad.¨ Lamentaciones 3:22-23 (Reina-Valera 1960)
Todos los días nos enfrentamos a ciertos tipos de situaciones que a veces ponen a prueba nuestras actitudes como hijos de Dios, y en ocasiones cedemos ante ellas, dejando de lado lo que realmente espera Dios de nosotros.
Como todo ser humano, en nuestro vivir diario le fallamos a Dios, ya sea con mentiras, con chismes, contiendas, orgullo, insensatez, vanidades, intolerancia, etc.; somos tan impulsivos, que algunas veces decimos y actuamos de manera desagradable, y al instante nos arrepentimos de esto.
Pero lo impresionante es, que así como cada día que pasa hacemos sentirse mal a nuestro Padre Celestial por algo, así mismo Él cada día nos regala su misericordia, y con esto nos quiere decir: hijos, no importa cuál sea vuestro pecado, no importa cuál sea vuestra lucha, que aquí estoy YO dándoos una nueva oportunidad.
Dios es tan maravilloso, que aunque que hayamos hecho cosas desagradables, incluido el pasado tan oscuro que tuvimos, eso Él ya no lo tiene en cuenta; a veces nos atormentamos y retardamos el plan que Él tiene para nuestras vidas, porque aún estamos pensando en lo que ya pasó, en lo que éramos antes, cuando su palabra dice: ¨De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. 2 Corintios 5:17. ¿Cuáles son esas cosas viejas que aún te persiguen?, sacúdete de ellas, eso ya quedó en el pasado, déjalas atrás para que puedas ser un instrumento nuevo, usado por Dios de una manera sobrenatural.
La misericordia de Dios es tan grande e infinita, que nos da privilegios y oportunidades que no merecemos, Él se apiada de nosotros, no está para señalarnos, al contrario, su mayor anhelo es levantarnos y que vivamos el presente, teniendo la fe suficiente para creer en las cosas que nos puede dar y en lo que nos espera en un futuro. No te juzgues, no te castigues, Dios ya te perdonó, sólo tienes que pedirle fuerzas para no mirar atrás, para no volver a caer en lo mismo.
A veces nos encerramos de tal forma, que no dejamos que el perdón, el amor de Dios y su misericordia nos alcancen; creemos que apartados y aislados de Él vamos a alcanzar la paz, la tranquilidad. No te agobies, no te mortifiques pensado que porque hiciste algo malo Dios te va a dejar. ¡No!, Él tiene un propósito contigo y no te va a dejar hasta que no haya hecho lo que tiene planeado para ti; de las experiencias se aprende y, sobre todo, si no son buenas no vale la pena volverlas a vivir, a no ser que nos sirvan de enseñanza para ayudar y aconsejar a otras personas que estén pasando por una situación similar.
No te sientas triste si tu familia y amigos te dieron la espalda, ya que si te juzgaron por haber hecho algo malo, tienes a Dios y eso es lo que cuenta, eso es lo que debe ser lo más importante en nuestra vida, porque si le tenemos a Él, lo tenemos todo. Si ves que esa decisión o ese error te alejó de las personas que más quieres, no te preocupes, que a veces es mejor estar ¨solo¨ para vivir y conocer profundamente a Dios, para llenarnos de su presencia y no depender emocionalmente de nada ni de nadie, sino nada más que de nuestro Padre Celestial.
Cuando comprendemos cuán grande es ese amor y esa misericordia, nada nos va a afectar. Somos hijos de un Rey, que lejos de hacernos daño, lo que hace es prepararnos para lo que ha de venir. Aprovecha cada día la oportunidad que Dios te da para empezar de nuevo, trata de vivir tu vida al máximo y agradarle a Él en todo, que las cosas malas que hiciste ayer, no las vuelvas repetir hoy y en la medida de lo posible trata de no repetirlas jamás.
Además no sólo debemos pretender recibir misericordia, pues al igual que Su perdón tenemos que ser misericordiosos con las personas que nos rodean, debemos tener una actitud bondadosa, agradable hacia aquellos que nos han fallado.
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