“Ya te lo he ordenado: ¡Sé fuerte y valiente! ¡No tengas miedo ni te desanimes! Porque el Señor tu Dios te acompañará dondequiera que vayas.”
Josué 1:9
Nueva Versión Internacional (NVI)
El Libro de Josué ha servido de inspiración y de coraje durante todos los tiempos y aún sigue haciéndolo; en las escuelas de Liderazgo Cristiano se estudia con especial interés, pues de él se desprenden muchas lecciones de vida, estrategias de guerra, comerciales y de mercadeo; también es ejemplo de fe y de confianza en Dios y sobre todo, es un libro clave cuando se trata de comprender las bendiciones de Dios y la manera en que éstas llegan hasta nosotros. Hay mucho que aprender de este libro y lo usaremos como base de este devocional, esperando que nos sirva de motivación e inspiración para el mismo.
Lo primero que encontramos en su primer Capítulo se refiere básicamente a la necesidad de ser un pueblo consagrado a Dios, que conoce su Palabra (La Biblia), su historia, lo que Dios espera de él y lo que a su vez ofrece como recompensa por su obediencia. Pero como Dios conoce nuestro corazón, nos advierte acerca del miedo y del desánimo, que en la mayoría de los casos para emprendedores, hombres y mujeres de empuje, y de empresa o con visión de la misma, pueden ser obstáculos en sus caminos y sacarlos definitivamente de su cauce, hacer que desistan y que abandonen la idea. Recordemos a los espías que fueron a reconocer la tierra prometida y sus respuestas, y veremos por qué Dios escogió a Josué para guiar a su pueblo en esta nueva etapa de sus vidas.
Al igual que el antiguo Israel, nosotros también tenemos sueños y clamamos a Dios por mejores oportunidades y por hacer o alcanzar ciertas metas y propósitos, pero muchas veces no nos atrevemos porque tenemos inseguridades, temores, miedos, o nos justificamos de muchas maneras buscando excusas para no hacerlo.
Hoy, amado hermano, hermana, detente y piensa en ese proyecto, en esa idea que no te abandona, que interiormente te gustaría hacer pero que no te decides, y ahora mira hacia adelante dos, cinco años y, ¿qué ves? ¿qué estás haciendo? ¿Tu vida sigue igual? La verdad es que sea cual sea la respuesta, hay dos cosas que son absolutamente ciertas:- Nadie puede hacer por ti lo que tú solamente debes hacer.
- Nunca sabrás si habrías tenido éxito si no lo intentas.
Así que, hermanos, llegó la hora de actuar, de dar ese primer paso que va a ser el inicio de ese gran cambio que viene para tu vida; créele al Señor cuando nos dice “porque el Señor tu Dios te acompañará donde quiera que tú vayas” ¿Qué mayor garantía podemos pedir? Levántate y atrévete.
- Atrévete a ser fuerte y valiente. Todos tenemos una tierra que conquistar, nuestra propia mente, nuestro corazón; seamos fuertes y valientes para pelear contra el pecado, contra la tentación, contra la pereza, contra el conformismo, contra la mentira. Todos en algún momento de nuestra vida tenemos que ser fuertes y valientes para tomar decisiones, para seguir a Jesús, para compartir el evangelio.
- Atrévete a leer y a poner por obra las palabras de La Biblia. Es la Palabra de Dios, ¿cómo podemos conocerle, saber lo que piensa, lo que quiere, y cómo podemos amarle si no le conocemos?
- Atrévete a creerle a Dios. A confiar en Él y esperar en Él, a saber cuándo hablar, cuándo callar, cuándo sembrar, cuándo cosechar, cuándo recoger, qué decir, a quién decírselo y cómo decirlo.
- Atrévete a dar ese primer paso. Sea lo que tengas que estudiar, o capacitarte para mejorar, para cambiar de trabajo, sea lo que sea, todo tiene un comienzo, y el éxito es más cuestión de mérito que de suerte, y si es suerte, la suerte también está en manos de Dios.
- Atrévete a santificarte. Dios no solamente nos llamó, sino que también nos apartó y destinó para Él y la obra del Espíritu Santo; es una obra de santificación, de limpieza. En Oriente se da una flor blanca, muy hermosa, que es la flor de loto y sólo se da en los pantanos, en el agua sucia; pues de la misma manera Dios quiere limpiarnos, santificarnos y hacerlos blancos como la nieve, aunque vivamos rodeados de la maldad y suciedad de este mundo.
- Atrévete a ser luz. A llevar amor y ser de bendición a donde quiera que vayas, pues somos lámparas que portamos la luz de Dios, la luz de la salvación, de la verdad; somos recipientes que cargamos a Jesús en nuestro corazón.
- Atrévete a servirle al Señor. No tienes que renunciar ni a tu trabajo, ni a tus estudios, ni a tu familia para servir al Señor; sólo tienes que descubrir los talentos que Dios te ha dado y ponerlos a su servicio, comenzar a desarrollarlos, abrir tu boca y dejar que El Señor la llene.
- Tal vez haya muchas cosas a las que tienes que atreverte, pero eso es algo que solamente tú y El Señor saben, por eso te pide, que en este día y siempre, te esfuerces y seas valiente. Ser valiente y esforzarse es una decisión y un mandato, y Dios no nos va a pedir algo que no podamos hacer.
Y Dios permita que podamos decir como dijo Josué:
“Porque yo y mi casa serviremos al Señor”.
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