En esas advertencias, Pablo utiliza como la base de las mismas su declaración: "No debemos juzgar a la gente por quien Cristo murió." Él nos recuerda que "tu hermano o tu hermana pertenecen a Cristo. Dios les ha perdonado. ¿Quién eres tú para retener el perdón a alguien a quien Dios ha perdonado?"
Vamos a verlo de esta manera. Si alguien peca contra mí y la persona se arrepiente, Dios la perdona. Y si tú te niegas a perdonarle, ¿puedes pensar en lo horrible que es eso a los ojos de Dios? Piensa que Dios no está obligado a perdonar a esa persona y lo hace. Esa persona ha pecado contra Dios, y Dios nunca ha pecado en contra de nadie.
Aquí está, una persona que es un pecador que se niega a perdonar a otros pecadores, mientras que Dios, que es sin pecado, está dispuesto a perdonar. ¿Te has parado a pensar acerca de la arrogancia que está en mí cuando me niego a perdonar a alguien a quien Dios ha perdonado?
Y ahora, ¿cómo puedes perdonarte a ti mismo después de que Dios te ha perdonado? He visto que la gente viene a mí y me dicen, "he cometido tal y tal pecado, y le pedí a Dios que me perdone. He ido a Él diez veces y le pedí que me perdonara, pero aún no me siento perdonado por mí mismo, sí por Él. ¿Qué voy a hacer?" Y no tengo una respuesta teológica brillante para eso. Sólo puedo decirles que le pidan a Dios que les perdone una vez más. Cuando dicen que lo han hecho, les digo que esta vez quiero que pidan perdón a Dios por su arrogancia. "¿La arrogancia?", dicen. "¿Qué quieres decir con arrogancia? Soy el hombre más humilde entre los humildes. He confesado este pecado diez veces." ¿Acaso Dios no dice que si usted confiesa un pecado una vez, Él le perdona? ¿Quién eres tú para rechazar el perdón de Dios, y quién es usted para condenar a quien Dios ha perdonado? Eso es arrogancia.
Usted no debe sentir arrogancia, es posible que no la sienta, es posible que sea común que se despliegue en Usted la humildad en todo su esplendor. Pero yo le digo que si Dios le ha perdonado, es su deber perdonarse a sí mismo. No es una opción. Debe perdonar a aquellos a quienes Dios perdona, incluido usted mismo.
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