viernes, 26 de julio de 2013

Diga el débil, fuerte soy - Devocional

“pero él me dijo: Te basta con mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad. Por lo tanto, gustosamente haré más bien alarde de mis debilidades, para que permanezca sobre mí el poder de Cristo.”
2 Corintios 12:9
Nueva Versión Internacional (NVI)
A veces la vida es como una montaña rusa; unas veces estamos arriba, otras abajo; en ocasiones nos sentimos felices, fuertes y triunfadores y otras, estamos insatisfechos, tristes e incluso nos sentimos derrotados, fracasados; bien sea porque las cosas no son lo que quisiéramos que fueran o los planes no salgan como los pensamos, sea porque nos sintamos débiles o nos sintamos muy fuertes, sean cuales sean las circunstancias, siempre habrá algo que no cambia y es Jesús, Cristo.
Dios es el mismo desde la creación del mundo, desde hace dos mil años, el mismo de ayer, de hoy y de mañana; Él es el mismo Dios, fuerte y temible, pero a la vez amoroso y misericordioso; y qué bendición saber que tenemos a alguien en quien podemos confiar, con quien podemos hablar, a quien contarle nuestros problemas, que se preocupa por nosotros, que nos ama y que siempre está dispuesto; un Dios que no traiciona, que no miente, que no tiene segundas intenciones o intereses, que te conoce y te llama por tu nombre, que siempre tiene la línea abierta para escucharte, que su política es de puertas abiertas y que no necesitas cita previa para buscarle, especialmente cuando le necesitas.
El hombre, por su parte, puede que cambie de época, de costumbres, de ropa y de cultura, pero en el fondo sigue siendo igual, desde la creación hace dos mil años y en el día actual; nuestra naturaleza es débil y frágil, tenemos miedo, temores y esperanzas; sin embargo hay quienes se sienten fuertes y poderosos y hasta con derecho para aplastar a su prójimo o pasar por encima de él sin ningún temor de Dios, lo que nos hace preguntarnos: ¿Realmente en qué nos apoyamos o en qué basamos nuestra fortaleza? ¿Y son estos soportes, realmente fuertes como para poder apoyarnos en ellos en el momento en que lo necesitemos? Veamos:
1.     El dinero.  Es importante pero no lo es todo; el oro y la plata de este mundo también son de Dios y es Él quien enriquece o empobrece. Por otro lado, las cosas verdaderamente valiosas de la vida no pueden comprarse con dinero. Si quieres tener más dinero busca la bendición de Dios, que sólo viene con la obediencia, pues la bendición de Dios es la que enriquece.
2.     La fuerza. Si crees que eres fuerte porque vas al gimnasio y trabajas tus músculos para formar tu cuerpo, o porque eres alto, fornido y practicas deportes, debes saber que Dios no mira nada de eso; Él solo mira lo que hay en tu corazón y siempre habrá alguien más fuerte que tú.
3.     La Inteligencia,  el Intelecto o la Educación.  El principio de la sabiduría es el temor de Dios y el de la inteligencia es el conocimiento de Dios, todo lo demás pasará. Y si estos soportes no se usan sabiamente, el Señor los transformará en locura. Todos conocemos a seres muy inteligentes que han tirado su vida por la ventana, que no saben manejar sus finanzas ni mantener una familia unida, o que son esclavos de algún vicio.
4.     La raza, el Apellido, el Color.  Este es el más sin sentido, pues al final, todos vamos a la sepultura de la misma manera, a servir de alimento a los gusanos, y en otros casos a ser devorados por las llamas. Vale más ser un paisano vivo que un héroe muerto.
En fin, hay demasiadas cosas falsas, sin valor real, en las que nos apoyamos, cuando en realidad tenemos en nuestro corazón al único, al poderoso, al incondicional, al misericordioso, al arquitecto de nuestros cuerpos y nuestra vida, a Jesús, Rey de Reyes y Señor de Señores, ante el único que se dobla toda rodilla, al merecedor de todas las coronas, heredero del cielo y de la tierra. 
Ese Jesús que hoy nos está diciendo: no te avergüences de reconocer tus debilidades, de aceptar que no somos nada y que si somos algo es porque Él vive en nosotros; no necesitamos de nada más, su gracia es todo lo que necesitamos y ya la tenemos; crezcamos en ella, porque si somos realmente fuertes, inteligentes, sabios y entendidos, es por Él, sólo porque Él vive y vive en nuestros corazones.
No malgastemos la vida en tonterías, ni nos dejemos deslumbrar por la gloria de este mundo, pues es apenas un pálido relejo de la gloria que nos espera al lado del amado.

“El arco de los poderosos se quiebra,
pero los débiles recobran las fuerzas.”

1 Samuel 2:4
Nueva Versión Internacional (NVI)

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