Marcos 4.37 “Pronto se desató una tormenta feroz y olas violentas entraban en la barca, la cual empezó a llenarse de agua” NTV
La naturaleza siempre nos muestra su lado más violento en situaciones en las que cambia de dirección, y descarga toda su furia en lugares que se encuentran cerca de los mares, lagos o ríos. En ello podemos apreciar que cuando el poder de la naturaleza despierta, no hay nadie que pueda contenerla, ya que en ella se manifiesta el poder de Dios.
Bíblicamente las olas se interpretan o son sinónimo de problemas en la vida de todo ser viviente, y la tormenta viene siendo como un cúmulo de situaciones adversas, que sirven para probar la confianza y la fe de todo ser humano.
En cualquier momento de nuestras vidas se pueden presentar situaciones de agobio donde sentimos que nos ahogamos, tal como lo sintieron los discípulos del Maestro, que vieron como las olas se levantaban enormemente y llegó a pasar por sus mentes el temor y la angustia, la desesperación y la incertidumbre; en esos momentos únicamente vemos la magnitud del o de los problemas, y sentimos que nuestra barca está a punto de zozobrar y nosotros juntamente con ella.
Muchos desfallecen y dejan de luchar, bajan los brazos y se dan por vencidos; pero otros toman el reto y ven más allá del horizonte, redoblan sus esfuerzos, adquieren mayor confianza y se disponen a sacar el agua de su barca; no ven cuán enorme es el problema, no piensan en rendirse, no están dispuestos a perder lo que es suyo, por el contrario luchan con todo su ser para conservar lo que les pertenece.
Hermano/a, ¿alguna vez has visto lo que hace un marinero cuando se enfrenta a una mar embravecida, donde no hay nadie alrededor a quien pedir ayuda, donde únicamente está él y el resto de la tripulación, y enfrente se encuentra el gran desafío? ¡Se llena de valor, no ve el tamaño del oleaje, aprieta la mandíbula, saca fuerzas aún de su debilidad y se dispone a vencer y llegar a la otra orilla! Y seguro que por un momento pasa por su mente el temor, sin embargo, lo supera y el mismo le inspira para triunfar.
Muchos, incluyendo a Satanás, desearían ver que tu barca (tu vida) se hundiera (llegara a su fin), que tu caída fuera tan estrepitosa que no te pudieras levantar, que renunciaras a tus ideales o metas, que te dieras la vuelta y volvieras por tus pasos, que declarases "no vale la pena seguir, renuncio". Pues es en ese preciso instante donde tienes que demostrarte, y demostrarle a todos estos de qué fuiste hecho, para qué naciste, y por qué estás aquí. Un guerrero, incluso lastimado en su humanidad, se levanta y lucha hasta el final, porque el final para él aún no ha llegado, y ese guerrero eres TÚ.
Fuiste hecho de una manera especial; el que te formó te dotó de un temperamento a prueba de todo, no te hizo como los muñecos rellenos de borra. ¡¡No!! Te formó de un espíritu de valor, para que te levantes con fuerza en los momentos más aciagos de tu vida; de un alma (emociones), para que llores, pero no de debilidad, sino para que esas lágrimas derramadas sirvan para limpiar tu vista y puedas observar más claramente que estás cerca de lograr lo que parecía imposible, y de un cuerpo (sensibilidad), para que sientas, para que vibres y vivas en carne propia las pruebas y te goces en tu triunfo.
Hay una excelente noticia: ¿quieres saberla? Bien, la vida está llena de retos, de pruebas, de obstáculos, de tropiezos, de caídas, de sufrimientos, de lágrimas, de dolor y de impotencia. Ahora bien, seguro que te preguntarás, ¿y dónde está lo excelente de esto? En que todo esto fue hecho para gente valiente, esforzada, triunfadora, guerrera, luchadora, que no se amedrenta por las adversidades, que no ve lo imposible de las cosas, que no es negativa, que tiene hambre y sed de triunfo, que busca alcanzar la meta, gente con aspiraciones y de visión amplia. Y tú amigo posees todo esto, aunque no lo creas, porque fuiste creado para lograr cosas grandes, para alcanzar lo que parece imposible, para conquistar territorios; en fin, para vencer.
Nada en la vida es imposible de lograr, todo es que te lo propongas, que creas que lo puedes obtener.
Si algo está aún inconcluso en tu vida, o bien está terminándose, redobla esfuerzos, cíñete los lomos y como buen soldado ve en busca de la victoria, porque más poderoso es el que está contigo, que el que está contra ti.
REFLEXIÓN
UN VENCEDOR TIENE LA MIRADA PUESTA AL FRENTE Y NO LA VUELVE HACIA ATRÁS.
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