Estaba sentado en su escritorio. Con los ojos hundidos causándole profundas sombras; espesas ojeras sepultaban el brillo de su mirada. Sus cabellos eran una madeja de hilos sin ordenar, y su barbilla con rastros evidentes de la apatía por afeitarse.
Pastor de una iglesia en crecimiento, "sufría" de una carrera desenfrenada de eventos, construcciones, reuniones interminables y un rosario continuo de llamadas telefónicas, que interrumpían nuestros pocos minutos de ligero saludo. En el tiempo de nuestra rápida conversación, me expresó que casi no podía dormir y que tenía que tomar pastillas tranquilizantes para poder conciliar el sueño, pero que los efectos eran casi nulos.
Mientras le miraba, me preguntaba si ese era el cuadro diseñado por Dios para ese líder cristiano. Si era deseo de Dios que las deudas acumuladas para pagar sus sueños realizados, se enmarcaran dentro del diseño divino. Fue entonces cuando mis pensamientos se vieron interrumpidos, por el pasaje de la Biblia que narra la historia de un exitoso líder en su carrera de ascenso y su rápida y estruendosa caída.
¿Qué entendemos, entonces, por líderes anhedónicos? La expresión “anhedónico” se desprende de Anhedonia.
Anhedonia es la incapacidad de experimentar placer. Dios nos ha dado la capacidad de experimentar el genuino y verdadero placer. Es un placer estar en su presencia, es un placer ver cómo Él obra, es un placer sentir cómo usa nuestra vida para fluir y tocar a otros.
El ministro amigo, descrito al principio, había perdido el placer de estar a solas con Dios por sus múltiples compromisos y proyectos. A lo largo de su ministerio, Dios le había concedido pequeños y medianos logros que no logró saborear ni disfrutar, porque un nuevo plan, una nueva construcción y una nueva “visión” llegaban, y llegaron de hecho, a tocar la puerta de su desesperación.
No había tiempo que perder, había que correr para lograr otra meta más.
Uzías experimentó exactamente lo mismo. En su carrera desenfrenada, preparó el camino para su autodestrucción.
Uzías experimentó exactamente lo mismo. En su carrera desenfrenada, preparó el camino para su autodestrucción.
“Anhedonia es no tener ninguna cosa en la vida que mueva nuestro corazón”. “Cuando sobrecargamos el centro del placer del cerebro con continuados niveles de estimulación, sin darnos el tiempo necesario para procesar los primeros (los placeres), el resultado es un declive de la "habilidad de nuestro sistema de placer", de experimentar gozo en las cosas ordinarias y simples de la vida".
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