Nosotros y sólo nosotros podemos aceptar y adaptar el consejo para nuestro bienestar. Los tres mejores consejeros de mi vida fueron gente a la que le importé, sin saber que iban a causar una diferencia en mi vida. Sólo por ser quienes somos ocasionamos la diferencia en la vida de otros.
Cuando hacemos un compromiso, ¡hacemos una diferencia en la vida de otros! Si no nos podemos dar efectivo, al menos démonos crédito por estar aquí y ser quienes somos.
El primer trocito de consejo que debemos adaptar diariamente es: “¡Mantengámonos cerca de Dios!”
El segundo consejo es: “Necesitamos saber que estamos en control de nuestro destino”.
El tercer consejo es: “¡No es lo que no sabemos los que nos lastimará, sino lo que creemos que sabemos sin ser así!”
Pensemos en los consejos que hemos recibido durante nuestra vida y enfoquémonos en aquellos que hemos abrazado en nuestro corazón y que nos han ayudado mientras crecíamos.
Esta reflexión está cargada de cierto sentido común, aunque este no es muy corriente. Es sabio resaltar que los consejos, aunque sean buenos, no sirven de nada si no los aceptamos. Por otro lado, debemos saber identificar tres magníficas perlas de sabiduría que bien haríamos en no sólo abrazar, sino aplicarlas de manera diaria. Pero, este último consejo, el de abrazar e implementar o aplicar, tampoco nos hará bien alguno a menos que no lo tomemos para nosotros mismos… ¡somos nosotros los que tenemos la última palabra!
No hay comentarios:
Publicar un comentario