Es cierto que Dios es Todopoderoso y capaz de responder a nuestras peticiones, pero también deberíamos pensar que Él como Padre anhela, que nosotros sus hijos seamos como Él quiere que seamos.
Veamos qué dice la Palabra de Dios en cuanto a lo que Dios quiere de nosotros:
“Altísimo Dios y rey nuestro, ¿cómo podemos presentarnos ante ti? Podemos ofrecerte terneros de un año, pero no es eso lo que quieres; podemos ofrecerte mil carneros, o diez mil litros de aceite, pero tampoco eso te agrada; ¡ni siquiera esperas como ofrenda al mayor de nuestros hijos en pago por nuestros pecados! Pero ya Dios les ha dicho qué es lo mejor que pueden hacer y lo que espera de ustedes. Es muy sencillo: Dios quiere que ustedes sean justos los unos con los otros, que sean bondadosos con los más débiles, y que lo adoren como su único Dios.”
Miqueas 6:6-8 (Traducción en lenguaje actual)
Esta Palabra nos enseña que Dios no quiere sacrificios, que Dios no quiere nada material, ni humano, lo que Dios quiere en síntesis es: “Dios quiere que ustedes sean justos los unos con los otros, que sean bondadosos con los más débiles, y que lo adoren como su único Dios.”
Lo que Dios pide son acciones que sólo pueden producirse en un corazón renovado, en una persona que ha nacido de nuevo, o sea, un hijo de Dios que sabe realmente cuál ha sido su llamado y que anhela diariamente agradar a su Padre Celestial.
La pregunta es: ¿Estaremos cumpliendo con lo que Dios quiere de nosotros?
Por un momento reflexiona lo justo que has estado siendo con los demás, reflexiona cuán bondadoso eres con los más débiles y sobre todo reflexiona si Dios es quien está en el primer lugar de tu vida. Son tres cosas y parece que la última es la más fácil de reflexionar, pero si realmente amas a Dios, le reconoces y le adoras como el único Dios de tu vida, entonces las otras dos tendrían que fluir fácilmente en tu vida; pero si no es así, entonces deberemos examinar qué es lo que está pasando.
Hoy te invito a sincerarnos delante de Dios, a evaluar nuestro nivel de justicia, de amor, de bondad, de misericordia hacia los demás, y el nivel de amor y comprensión que tenemos acerca de Dios, para cumplir lo que Él quiere de nosotros.
Tratemos de no ser egoístas queriendo sólo que Dios nos dé, también seamos agradecidos dándole a Él lo que quiere de nosotros, y esto no tiene que ver con lo material o con una acción en particular, sino con un corazón que le ame sinceramente y que viva para Él, y entonces todo lo demás será más fácil.
¡Es más fácil amar a los demás cuando aprendemos a amar a Dios con total sinceridad!
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