¿Qué es lo que piensas cada que vez que escuchas la palabra “esclavo”? La mayoría de nosotros imaginamos a alguien trabajando fuerte o siendo explotado, física o laboralmente. La definición sencilla y correcta para esclavo es “individuo que se encuentra bajo el dominio de otro”.
Pero existen muchos tipos más de esclavitud, como por ejemplo, personas esclavas de la tristeza, de la culpa, del dolor, y de muchas cosas más, sentimientos o pensamientos que les dominan sin que ellos lo deseen; son personas que desearían librarse de esa dependencia o carga que llevan, por algo que les pasó o les hicieron, pero que por algún motivo no tienen la fuerza para afrontarla.
A lo largo de la vida experimentamos muchas cosas, situaciones y vivencias que muchas veces nos marcan o dejan recuerdos, tanto felices como dolorosos, pero estos últimos, lamentablemente son los que más recordamos, porque por ser a veces tan fuertes, nos mantienen atados y viviendo dominados por ellos.
Por otra parte, aunque no existe una definición exacta de “hijo”, un hijo es algo amado y un tesoro valioso en las manos de quien ve por él; hay padres que engendran y hay padres que crían, y hay padres que hacen las dos cosas, y como en tu caso, hay hijos que también tienen a Dios por Padre, y como tal, tienen derechos y privilegios que nunca deben olvidar.
Puede que las cosas que experimentaste te hayan hecho sentir muy triste, muy decepcionado y cansado, a tal punto que lo único que sientes es que todo parece ser muy difícil, y que, sin darte cuenta, has olvidado tu verdadero lugar y poco a poco has tomado el de un esclavo que sufre y depende de otros.
Pero desde el momento en que llegaste al mundo, Dios te había escogido como hijo; tal vez no le conocías, pero Él sabía todo sobre ti, lo que harías, cómo ibas a crecer y hasta dónde ibas a llegar. Te hizo su hijo amado, te dio domino propio y libre albedrío para que no vivieras bajo el dominio de un esclavo, sino bajo la gracia de su amor; así es como quiere que vivas y no dominado por la tristeza, el dolor o la culpabilidad.
Puede que todos tus problemas te hayan querido dominar, que tu situación tan complicada te haya llevado a creer que ya no eres más que un esclavo; sin embargo, como hijo de Dios que eres, hoy es momento de que abras los ojos y te des cuenta de tu realidad. Dios te ha hecho poseedor de autoridad y fortaleza, y te ha dado un lugar especial donde nada te haga falta, tu verdadero lugar es el de los vencedores, los fuertes y los que saben levantarse.
Tú eres hijo de un Dios amoroso y todopoderoso, fuiste creado a su imagen y semejanza, con tus aciertos y tus errores. Y aunque sean muchos los problemas que debas afrontar, nunca dejarás de ser el hijo amado y escogido de Dios; no permitas que las afrentas de la vida te coloquen en el lugar que no te corresponde, no andes con la cabeza agachada y lleno de dolor, que no es lo tuyo; a ti te tocan cosas mejores, te tocan los privilegios de los que goza un hijo de Dios, el perdón, la fuerza, la prosperidad, la paz, las bendiciones y las batallas ganadas..., eso es lo tuyo, no esperes más, ¡toma lo que te corresponde, deja el lugar de esclavo y siéntate en tu lugar de hijo!
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