La palabra de Dios cuenta la historia del rey Nabucodonosor, al que Dios engrandeció y le dio sabiduría para planear las estrategias, con el fin de poder conquistar todos los reinos que Dios quiso, Dios fue quien le prosperó y le dio todo; pero él se quiso llevar la gloria de Dios alabando lo que creía su grandeza, y Dios le echó a vivir con los animales, con las bestías del campo 7 años, hasta que reconoció que toda la honra y la gloria le pertenecen a Dios. Entonces, Dios le restauró en su trono.
Será coincidencia o casualidad; Satanás se quiso llevar la gloria de Dios y fue desterrado eternamente junto con sus aliados, la muerte y los espíritus inmundos; todas esas potestades de Maldad fueron encarceladas
2a Pedro 2:4 Porque si Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que arrojándolos al infierno los entregó a prisiones de oscuridad, para ser reservados al juicio;

Cuando nosotros no le damos la honra y la gloria debida a Dios, estamos siendo orgullosos. En pocas palabras, decimos: "Dios, no te necesito, yo puedo hacer las cosas solo", y es ahí donde viene el espíritu del anticristo a nuestra vida. Muchos incluso han llegado a negar la fe y a blasfemar contra la Palabra, hay quienes se han atrevido hasta en la televisión a tirar, a pisotear la palabra de Dios, sin saber que en ella hay verdaderamente palabras de vida eterna; pero está escrito, Dios lo dijo en su palabra que vendría una gran apostasía a la vida de muchos; viviendo por el Espíritu terminarán en la carne, por eso el hermano Pablo le dijo a los gálatas: ¡oh gálatas, insensatos!
Pero sepamos que nosotros, los hombres, no podernos hacer nada sin Dios, que somos tan frágiles que cualquier golpe en la vida nos rompe. Muchos se deprimen como el caso del profeta Elias (1ª Reyes 19: 4-10), otros se suicidan como el caso de Ahitofel (2ª Samuel 17-23), por eso debemos entender que debemos vivir tomados de la mano de Dios y que todo lo que Él nos da no es por nuestra inteligencia y propio esfuerzo, es porque todo viene de Él, como la salud, la sabiduría, el entendimiento, el trabajo, la vida misma, todo viene de Dios. Debemos reconocer que Dios es soberano sobre todo lo que existe, y que Jesús es el hijo de Dios; debemos reconocer el señorío de Jesús sobre nuestras vidas, para que Él pueda reinar completamente en nuestros corazones, para que Él pueda hacer libremente los cambios necesarios en nuestra vida, para hacernos libres de toda condenación y para alcanzar la vida eterna que Él ofrece.
Juan 15: 5 Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.
Parafraseando la palabra de Dios, Jesús mismo dijo: yo soy la fuente de vida, de mí emana la vida, debes de estar sujeto a mí como las ramas al árbol, porque Jesús es la raíz y el árbol, el tronco; la Palabra dice que Él es la Raíz y el linaje de David, la raíz está sujeta al árbol y el árbol sostiene las ramas y sus frutos: sujétate, pues, de la mano poderosa de Dios y Él te sostendrá con su brazo fuerte; Él hará, porque Él es grande y poderoso; entiende que separados de CRISTO nada podemos hacer por nosotros mismos, nada.
Juan 3:27 Respondió Juan y dijo: No puede el hombre recibir nada, si no le fuere dado del cielo.
Juan el Bautista era un hombre como nosotros, sujeto a pasiones, con debilidades, con problemas y aflicciones al igual que todos nosotros, pero él nunca se echo atrás, siempre siguió hacia adelante como quien mira la meta esperando alcanzarla; él reconoció que Jesús era el Hijo de Dios, reconoció la soberanía de Dios y el señorío de Jesús, tanto que no quería bautizarle; él decía: "yo necesito ti"; pero dijo palabras sabias e inteligentes: "no puede el hombre recibir nada, todo inventor, todo empresario, cada rico del mundo, todo negociante, todo sabio e inteligente, todo aquel que se enriquece, no podría hacer nada; ni tener nada si no le fuere dado del cielo". Dios es el que enriquece y el que empobrece, porque Él es quien hace la llaga, y él la vendará; Él hiere, y sus manos curan.
Así, mi amado hermano y amigo, reconozcamos el señorío de Jesús sobre nuestras vidas y vivamos buscando el reino de Dios cada día de nuestra vida, y Dios, como recompensa, nos añadirá todo y no tendremos necesidad de ningún bien, porque nuestro Padre que está en los cielos sabe cuáles son nuestras necesidades y Él dará y enviará la ayuda necesaria del cielo. Enseñémosles a nuestros hijos a depender de Dios y dejarle todo a Él.
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