“Yo respondí: ¡Pero mi labor parece tan inútil! He gastado mis fuerzas en vano, y sin ningún propósito. No obstante, lo dejo todo en manos del Señor; confiaré en que Dios me recompense.”
Isaías 49:4 (NTV)
Existía un creyente que recibió instrucciones de parte de DIOS, de empujar una roca muy grande en tamaño todos los días. Pasó el tiempo y la roca no se movió ni un centímetro, por lo que el creyente se sintió frustrado y fracasado. El enemigo trató de envenenarle con preguntas como, ¿por qué DIOS te pidió hacer algo tan absurdo?, ¿por qué te ha hecho perder el tiempo y la energía?
Entonces, el creyente le preguntó a DIOS qué sentido había tenido todo su esfuerzo si la roca no se había movido. A lo que Él respondió: No te dije que la roca se movería. Y le pidió al creyente que se quitara la camisa y se viera frente a un espejo. Al verse, se quedó estupefacto de asombro: sus músculos habían crecido, había sido fortalecido y ni siquiera lo había notado. Por lo que la roca había sido el instrumento que el Señor escogió para fortalecer a uno de los suyos. El problema era que el creyente esperaba algo que DIOS no le dijo.
Existirán ocasiones en la vida del creyente, en las que no recibirá el fruto que esperaba por mostrar obediencia a DIOS; no obstante, eso no significa que no haya fruto, sino que es un fruto distinto. Y en esos momentos, se debe recordar que DIOS no miente y que en todo lo que Él hace existe un propósito.
Si crees que has gastado tus fuerzas y tu vida en vano en obediencia a DIOS, estás equivocado/a, pues es probable que estés buscando el resultado incorrecto.
Si has estado moviendo una roca durante mucho tiempo y ésta no se ha movido, entonces la voluntad de DIOS no era que eso se moviera, sino hacerte más fuerte.
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