Existe algo que los psicólogos llamamos “procesos cognitivos”. Éstos se relacionan directamente con la forma como conocemos el mundo, son como “el cerebro” de todo lo que hacemos. Uno de estos procesos es la memoria. Este sistema tan complejo, nos hace pensar en la extraordinaria obra creadora de Dios, tan perfecta, tan coordinada y tan bien creada, para poder disfrutarla en todos los momentos de nuestra vida.
La memoria, en palabras simples, es la capacidad de procesar información, de manera que podamos acceder a ella cuando lo requiramos. Imaginemos que nuestra “cabeza” es un mueble de una biblioteca gigante; en cada una de las bandejas de esta estantería tenemos almacenados recuerdos de los más diversos tipos. ¿Te ha pasado alguna vez que un aroma te hace recordar algún evento de tu infancia o a un ser querido? Precisamente ahí estás accediendo a uno de los “libros” de tu “estantería. Cada recuerdo tiene un lugar, y es también necesario organizar esos recuerdos significativamente, con el fin de poder tenerlos a mano en el momento que los necesitemos. A veces necesitamos recordar eventos muy felices de nuestra vida, para sentir agradecimiento de ellos o para rememorarlos y compartirlos con otros. Este proceso cognitivo, además de ser muy sofisticado, es muy útil para la especie humana.
Así como la memoria es una excelente herramienta, también lo es el olvido. ¿Imaginan recordar absolutamente todo y jamás olvidar algo? Ciertas circunstancias de nuestra vida serían muy difíciles de superar y nos quedaríamos “paralizados”, pero también nos pasaría que no habría espacio para nuevos recuerdos, y eso sí que sería terrible. Imaginemos que no hubiésemos tenido una infancia feliz, que nuestra memoria se llenó de esos recuerdos, y resulta que en la adolescencia y juventud nuestra vida diera un giro y todo mejorara…;¡no podríamos recordarlo, porque no tendríamos espacio para almacenarlo! El olvido también forma parte de la memoria, y además de ser un proceso necesario, podríamos también entenderlo como un fallo de ésta. Los estudios dicen que si no almacenamos de cualquier manera lo que estamos percibiendo, escuchando, viendo o viviendo, a los 0,25 segundos ya lo habremos olvidado. Esto en el procesamiento más básico de nuestra memoria. Por lo tanto, nuestro sistema de memoria necesita también un poco de ayuda de nuestra parte, ya que parece no funcionar de manera perfecta todo el tiempo.
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