domingo, 21 de abril de 2013

Haré El Trabajo De Un Atalaya - Devocional - Vídeo

En la Biblia encontramos que el trabajo de un atalaya era una responsabilidad muy importante; el atalaya permanecía en su garita y cuidadosamente miraba y vigilaba para descubrir si el enemigo se acercaba. El trabajo del atalaya era simplemente buscar al enemigo.
Cuando el atalaya observaba que los enemigos se acercaban, él tocaba la trompeta, a fin de que los que vivían dentro de la ciudad se preparan para la batalla. Hoy, cada cristiano tiene el trabajo de un atalaya.
Nuestro trabajo es anunciar a los que no han sido salvos, que ellos están en peligro de un castigo eterno. Hoy quiero cumplir mi papel de atalaya en todas mis áreas de influencia.
El Señor me ha dado el trabajo de ser un atalaya. Esa es mi responsabilidad. Es mi responsabilidad anunciar la verdad de Dios a quienes marchan por el camino de destrucción. Si fracaso en hacer mi trabajo como atalaya alentando al perdido y guardo silencio, un día seré demandado por el Señor mismo. 
Dios me hará responsable de aquellos con quienes pude compartir la verdad y no lo hice. Sé que mi trabajo no es forzar a la gente a aceptar la vida eterna en Dios. Mi única responsabilidad es tocar la trompeta con mi testimonio y darle a los que me rodean la oportunidad de escoger.
Si las personas no aceptan reconocer a Jesús como su Salvador, yo he salvado mi responsabilidad, aunque él o ella entren en separación espiritual.  Hoy, como atalaya, debo estar listo y ser persistente. Hoy necesito estar ocupado para hacer mi trabajo y tratar de advertir al perdido del peligro en que se encuentra.
Mi trabajo hoy como atalaya es el mismo del salvavidas en la playa. El  salvavidas mira desde su asiento alto y si observa presencia de tiburones, animales u otros peligros, tocará el silbato. Si los que nadan o surfean, no hacen caso al silbato, es su problema; él ya ha cumplido con su responsabilidad y ahora la responsabilidad caerá totalmente sobre los nadadores.
Día a día el peligro se acerca para devorar a mis familiares, vecinos y amigos. Yo no puedo permanecer indolente. No puedo perder mi sensibilidad. Hoy quiero cumplir mi responsabilidad. Quizá tú eres uno de ellos; hoy algo te anunció que este es el día de salvación y este es el día aceptable.  No sigas por ese camino y vuélvete al Señor.
Señor, te doy gracias en este día por darme la oportunidad de servirte como un atalaya.  Hoy quiero cumplir con esa responsabilidad. Sé que me rodea gente que necesita conocerte y en este día quiero hacer sonar la trompeta de salvación para ellos, anunciándoles que Tú eres el Señor y el Salvador de sus vidas.  Dame una vez más de tu poder para hacerlo. Amén.

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