martes, 5 de marzo de 2013

La Piedra de Toque - Reflexiones - vídeo

Cuando la gran biblioteca de Alejandría se quemó, dice la leyenda, un libro se salvó. Pero no era un libro valioso; así que un hombre pobre, que leía poco, lo compró por unos cuantos centavos.
El libro no era muy interesante, pero entre sus páginas había algo que sí lo era de verdad. ¡Era una delgada lámina de pergamino sobre el cual estaba escrito el secreto de la “piedra de toque”!
La piedra de toque era una piedrecilla que podía convertir cualquier metal común en oro puro. La escritura explicaba que yacía entre miles y miles de otras piedrecillas que se veían igual que ella. Pero el secreto era este: la piedra genuina estaría cálida, mientras que las demás estaban frías. Sólo había que buscarla.
Así que el hombre vendió sus pocas pertenencias, compró algunos suministros básicos, acampó en la playa y comenzó a probar las piedrecillas.
Él sabía que si recogía piedras comunes y las tiraba de nuevo por estar frías, podría recoger las mismas piedrecillas cientos de veces. Así que cuando sentía que una estaba fría, la tiraba al mar. Pasó un día completo haciendo esto, pero ninguna de ellas resultó ser la piedra del toque. Sin embargo, él continuó haciéndolo. Recogía una piedrecilla fría: la tiraba al mar. Recogía otra; la tiraba al mar.
Los días se convirtieron en semanas y las semanas en meses. Un día, sin embargo, después del mediodia, recogió una piedrecilla y esta estaba caliente. La tiró al mar antes de darse cuenta de lo que hacía. Había desarrollado un hábito tan fuerte de tirar cada piedrecilla al mar, que cuando encontró la que buscaba, la tiró; cuando se percató de que la última estaba caliente, ya era muy tarde..
Así pasa con la oportunidad. A menos que estemos atentos, es fácil fallar en reconocer una oportunidad cuando se nos presenta y es igual de fácil echarla por la borda.

No dejemos que las oportunidades se nos pierdan. Podemos desarrollar tanto el hábito de tirar las pequeñas oportunidades que Dios nos da, que puede ser que en un instante tiremos la más grande de las oportunidades.
Su señor le respondió: ‘¡Hiciste bien, siervo bueno y fiel! En lo poco has sido fiel; te pondré a cargo de mucho más. ¡Ven a compartir la felicidad de tu señor!’ Llegó también el que recibió dos mil monedas. ‘Señor –informó–, usted me encargó dos mil monedas. Mire, he ganado otras dos mil.’
Su señor le respondió: ‘¡Hiciste bien, siervo bueno y fiel! Has sido fiel en lo poco; te pondré a cargo de mucho más. ¡Ven a compartir la felicidad de tu señor!’ “Después llegó el que había recibido sólo mil monedas. ‘Señor –explicó–, yo sabía que usted es un hombre duro, que cosecha donde no ha sembrado y recoge donde no ha esparcido.
Así que tuve miedo, y fui y escondí su dinero en la tierra. Mire, aquí tiene lo que es suyo.’ Mateo 25:21-25

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