sábado, 2 de marzo de 2013

Deseo - Mensaje - vídeo

deseo
¡Qué título más insinuante para un escrito! Pero la verdad es que la palabra “deseo” está en nuestra naturaleza humana, muchas veces con connotaciones que en nada honran nuestra vida, pero  si estamos bien dirigidos, pueden tener grandes resultados.
Los deseos son capaces de movilizarnos hacia una meta, de animarnos, y de mantenernos vigentes y con vida para avanzar hacia el cumplimiento de otros deseos, distintos o de la misma línea o naturaleza.

Existen cuatro tipos de deseos: materiales, de realización, relacionales y físicos. Los materiales nos dan cuenta de los deseos de tener una casa, un coche, cierta vestimenta, algún aparato tecnológico o dinero para emprender un viaje, deseos puestos todos en el corazón por parte de Dios, ya que el gusto por la belleza es de naturaleza divina, como lo es también el disfrutar de todas estas cosas de la manera correcta; sin que se nos vaya la vida en obtenerlos, no tienen por qué ser algo malo, ya que es Dios quien nos da la oportunidad de que disfrutemos de estas comodidades y elementos que pueden mejorar nuestra calidad de vida. Es encantadora esta visión, porque muchas veces se ha asociado al evangelio la pobreza, como que sólo siendo de esta condición obtienes los dones de parte del Señor; y ha sido durante años una gran mentira que se ha transmitido de manera generacional. No tiene nada de malo desear tener estos bienes y trabajar por ellos, porque, una vez que los tenemos, podemos honrar a Dios por regalarnos la posibilidad de disfrutarlos.

Los deseos de realización tendrían que ver con el obtener logros académicos y laborales, un ascenso, un estudio superior, ser un buen vendedor o el empleado del mes. Ahora bien, si estos deseos nos llevan a la soberbia, no vienen de parte de Dios, sino que son “buenos” deseos en la medida que deseen darle la gloria a Él cuando los obtenemos. ¿Es inteligible la sutil diferencia?. 
Por su parte, los deseos relacionales tendrían que ver con nuestra capacidad de hospitalidad y de disfrutar entablando relaciones afectuosa y amistosas con los demás, ser amables y relacionarse de buena manera con los otros. Si nos ponemos a pensar en este deseo, Dios nos creó como seres gregarios, esto es, no podemos vivir solos…por lo tanto, el deseo de querer estar reunido con más personas y disfrutar de su compañía es algo que viene de parte de Él mismo.

Y en último lugar, pero no menos importantes, están los deseos físicos, como el comer, beber, ver, escuchar, tocar, todo lo sensorial; disfrutar de una buena comida, ver un espectáculo que nos impresione, acariciar a un bebé o a nuestro esposo o esposa, escuchar una canción que nos guste mucho, etc. Son deseos enlazados a nuestros sentidos y que también provienen de Dios, porque de no ser así, no tendríamos nunca hambre, no tendríamos sentidos y no tendríamos ciertas preferencias, sino que operaríamos como robots o autómatas. 

TODOS los deseos provienen de Dios; el problema ha sido que los hemos utilizado y explotado con otros fines, pero si son creación suya y están dentro de mí, puedo encauzarlos correctamente y honrar con cada uno de ellos la figura de Dios, demostrándole al mundo una forma correcta de relacionarme con esta palabra, que sido tan contaminada y ensuciada para que su uso sólo tenga ribetes sexuales y de clandestinidad. Esto no es así, somos cristianos y deseamos muchas cosas porque Dios así nos creó y creó esos deseos para mantenernos vivos y apasionados por la vida.

Examina cómo andan tus deseos en estas cuatro clasificaciones; si hay alguno desordenado que quiere únicamente satisfacerse a sí mismo, pídele ayuda a Dios para que ordene y ponga en el lugar que corresponde a cada uno de ellos. Sé feliz deseando lo bueno, lo agradable y lo perfecto que Dios creó para ti.


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