Había un hombre muy rico y un hombre muy pobre. Cada uno tenía un hijo. Un día el rico subió a su hijo a una montaña:
-Mira, le dijo: “Todo eso de ahí abajo un día será tuyo”.
Otro día subió el pobre y le dijo a su hijo:
-Mira-: "Sé libre de prejuicios, de conceptos que no te ayudan a avanzar, de creencias erróneas y de fijaciones mentales que te impiden alcanzar el éxito".
Mente de esclavo:
“Ustedes no recibieron un espíritu que, nuevamente, les haga esclavos del miedo, sino que recibmos al Espíritu, que nos adopta como hijos y que nos permite clamar: “¡Abba, Padre!”
De lo anterior es de lo primero que tenemos que desprendernos, porque esa mente nos esclaviza y retrasa las bendiciones que Dios tiene para nosotros. Las veinticuatro horas del día el sistema está “taladrando nuestro pensamiento” para hacernos estúpidos, esclavizarnos y para que no vivamos en las promesas del Señor.
Mente de vago:
“El vago mete la mano en el plato y le cuesta llevar la comida a la boca”
Hay que tener mente de dueño, haz todo como si fuera tuyo. Todo lo que construimos lleva tiempo, por eso Dios creó todo en seis días. Dios elige a la gente trabajadora, no a la gente “del mínimo esfuerzo”.
Todo lo sucio y desordenado:
“En el principio la tierra estaba desordenada y vacía”
Pero el Espíritu Santo la empezó a ordenar, poniendo cada cosa en su lugar.
Muchas veces decimos: “lo importante es lo de dentro”, pero piensa que nadie “te ve el corazón”, todos ven tu aspecto exterior, tu imagen, y todo lo que te rodea; por eso pon orden en tu vida: ropa, casa, baño, oficina, etc. No olvides que Dios compara el pecado con algo que está sucio y desordenado.
Cosas rotas:
“El sueño hará vestir, vestidos rotos”
No tiene que haber cosas rotas en nuestra casa, no hay que tener “mente de almacenista de basura”, porque eso hace que Dios no nos dé las cosas que quiere darnos. Él te quiere ver bien, por eso, pon manos a la obra y tira todo lo que ya no te sirve, y que sigues guardando “por si acaso”.
El legalismo:
“Porque el Señor es el Espíritu, y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad”
El legalismo te aísla, te trae dolor y culpa, y te condena. El legalismo es un sistema de creencias basado en mentiras, que pretende ocupar el lugar de la Palabra de Dios; exalta el pasado: “antes las cosas eran mucho mejor”. La gente de fe miramos para adelante. Nuestro álbum está llenándose para el futuro.
En este nuevo año, calla las confesiones negativas, no te sumes a la confesión negativa, eso no trae a Dios a escena.
El poder de la confesión: no dejes al Espíritu Santo inmovilizado, haz que trabaje para tu vida, acaba toda confesión mala a Dios, con un “pero”: “muchas son las aflicciones del justo, PERO de todas ellas me librará el Señor”.
Una vez que te hayas desprendido de todo lo que ya no te sirve, dale gracias a Dios por tener un corazón agradecido, un espíritu que te hace creador, en abundancia, de acciones de gracias.
Abundar: es como un río que desborda, es estar desbordados de agradecimiento. El espíritu de agradecimiento a nivel espiritual te completa el milagro. Jesús dio gracias por los cinco panes y luego se multiplicaron. Necesitamos dar más gracias.
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