domingo, 27 de enero de 2013

El tren de la vida - vídeo



La vida se asemeja a un viaje en tren. Con sus estaciones y cambios de vía, algunos accidentes, sorpresas agradables en algunos casos, y profundas tristezas en otros. Al nacer, nos subimos al tren y nos encontramos con nuestros padres, creemos que siempre viajarán a nuestro lado, pero en alguna estación ellos se bajarán dejándonos seguir el viaje; de pronto nos encontraremos sin su compañía y su amor irreemplazable. 
 No obstante, otras muchas personas que nos serán muy especiales y significativas, se irán subiendo al tren de nuestra vida... Nuestros hermanos, amigos y, en algún momento, el amor de nuestra vida. Algunos tomaremos el tren para realizar un simple paseo… Otros, durante su viaje, pasarán por momentos de oscuridad y tristeza… Mas siempre encontraremos quienes están dispuestos a ayudar a los más necesitados.
Muchos, al bajar, dejan un vacío permanente. Otros pasan tan desapercibidos que ni siquiera nos damos cuenta de que desocuparon sus asientos. Es curioso ver como algunos pasajeros, también los seres queridos, se acomodan en coches distintos al nuestro… Durante todo el trayecto están separados de nosotros, sin que exista ninguna comunicación. 
Pero en realidad, nada nos impide que nos acerquemos a ellos si existe buena voluntad de nuestra parte. De lo contrario, puede ser tarde y encontraremos a otra persona en su lugar. 
El viaje continúa, lleno de desafíos, sueños, fantasías, alegrías, tristezas, esperas y despedidas. Tratemos de tener una buena relación con todos los pasajeros, buscando en cada uno lo mejor que tengan para ofrecer. En algún momento del trayecto, ellos podrían titubear y probablemente precisaremos entenderles, pero recordemos que nosotros también, muchas veces, titubeamos y necesitamos a alguien que nos comprenda. 
El gran misterio para todos es que no sabremos jamás en qué estación nos toca bajar. Como tampoco sabremos dónde bajarán nuestros compañeros de viaje, ni siquiera el que está sentado a nuestro lado. A veces pienso en el momento en el que me toque bajar del tren. ¿Sentiré nostalgia, temor, alegría, angustia...? Separarme de los amigos que hice en el viaje, será doloroso y dejar que mis hijos sigan solos será muy triste. Pero me aferro a la esperanza de que, en algún momento, tendré la gran emoción de verles llegar a la estación principal con un equipaje que no tenían cuando iniciaron su viaje. 
 Lo que me hará feliz será pensar que colaboré para que ellos crecieran y permanecieran en este tren, hasta la estación final. Amigos… hermanos, hagamos que nuestro viaje en este tren tenga significado, que haya valido la pena. “Vivamos de manera que cuando llegue el momento de desembarcar, nuestro asiento vacío deje bonitos recuerdos a los que continúan viajando en el Tren de la Vida”
Feliz viaje


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