El hombre fue diseñado para vivir en comunidad, no sólo para satisfacer sus necesidades básicas de alimentación y de supervivencia, sino también la necesidad de identificación con el género humano.
Entre los beneficios de encontrarse con el otro, está la gran posibilidad del aprendizaje y desarrollo de las propias capacidades.
Sin duda no somos iguales después de interactuar con otras personas. La situación comunicativa produce modificaciones en mí y en el otro, puede hacernos cambiar pensamientos y conductas.
Esto redunda en grandes beneficios si la influencia que ejercemos mutuamente es positiva y si en este intercambio de conocernos, crecemos.
Por esto para los cristianos el aislamiento no es una opción, estamos planeados para vivir en comunidad.
Efesios 3:17 nos explica que en medio del amor que practica su pueblo se comprende su voluntad, y no en relaciones aisladas, sino en manifestaciones colectivas de su gloria en nosotros.
En comunidad practicamos virtudes y depuramos defectos, pero lo más lindo es que juntos somos testigos de las maravillas que Dios hace a diario, testigos de que su amor no se agota en medio de su pueblo.
No pensemos que podemos vivir sin la comunidad de creyentes; ese pensamiento hará de nosotros cristianos vulnerables, títeres de diferentes filosofías, seremos una falsificación de lo que Dios haría en la seguridad de los hermanos.
Señor, perdón por renegar de mis hermanos, ayúdame a ser humilde para aprender a vivir junto a otros y así entender tu preciosa voluntad.
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