Cuando Dios nos muestra que Él está llevándonos por un camino de servicio a Él, regularmente nosotros tendemos a pensar que eso sucederá la próxima semana o quizás en dos. En realidad ocurre que eso va a acontecer después de un largo tiempo. Dios primero nos habla y nos muestra que nos va usar, pero entre el momento en que Él nos habla y muestra, y el momento de la realización, regularmente pasa mucho tiempo. Dios tiene un proceso y ese proceso toma su tiempo.
Cuando Moisés creció, el rehusó ser llamado el hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes sufrir la aflicción con su pueblo. Moisés pensó que cuando él dejara el palacio y se identificara con sus hermanos, ellos le aplaudirían y dirían… Bienvenido… ven, te estábamos esperando. Pero la verdad fue otra; él fue rechazado y Moisés entró en cuarenta años de preparación en el desierto.
Hoy quiero, nuevamente, rehusar a los placeres de este mundo porque he escogido servir al Señor. Yo entiendo que de inmediato no seré introducido en lo que Dios quiere, pero por lo menos sé que hoy, si yo rehuso gozarme en los placeres, Dios adelantará todo su proceso de formación en mi. Sé que el Señor me dice hoy… El fin de tu camino todavía no ha llegado, el final de tu historia todavía no es, todavía estoy escribiendo en ti mis propósitos.
Señor, Gracias porque tu mano aún está trabajando en mi vida. Gracias por la realización de tus propósitos en mi. Yo hoy quiero nuevamente rehusar a los placeres de este mundo que me desvían de tus propósitos y quiero caminar con gozo, fe y entusiasmo sabiendo esperar completamente en ti. Quiero entender que de inmediato no seré introducido en tus planes finales, pero que me estás preparando para ello. Amén.
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