sábado, 29 de diciembre de 2012

Leyenda de los tres árboles - vídeo

“«Mis pensamientos no se parecen en nada a sus pensamientos —dice el Señor—. Y mis caminos están muy por encima de lo que pudieran imaginarse. Pues así como los cielos están más altos que la tierra, así mis caminos están más altos que sus caminos y mis pensamientos, más altos que sus pensamientos.”
Isaías 55:8-9 Nueva Traducción Viviente.
Cuenta la leyenda que existían tres árboles. El primero de ellos era un olivo que soñaba algún día convertirse en un cofre adornado de piedras preciosas y contener un gran tesoro. El segundo era un robre muy fuerte, por ello quería convertirse en la embarcación más imponente que había existido. Y el tercero era un pino que quería convertirse en el árbol más alto del mundo para que cuando la creación le mirase, ésta exaltara el nombre de DIOS.
Cuando el primer árbol estuvo maduro, un talador le cortó con un hacha, lo cual le causó gran dolor. Si él quería realmente contener un tesoro tendría que pasar por eso. Para su sorpresa, no fue llevado a un palacio en forma de madera para convertirse en un cofre, sino a un humilde pueblo donde fue transformado en un pesebre.
El segundo árbol, el roble, también fue talado. Y, tal como soñó, un constructor de barcos le comenzó a dar forma de embarcación. Pero, cuando fue terminado se dio cuenta de que no era de gran tamaño, que tampoco fue diseñado para navegar por los mares, sino por los lagos.
El pino con el tiempo creció y se convirtió en el más alto de la tierra. Pero una noche durante una tormenta fue impactado por un rayo y cayó al suelo, así como su sueño. Pasó el tiempo y fue llevado a un lugar donde se ponían los desperdicios. Después de haber sido el más alto se amargó al verse convertido en un desperdicio.
Cuando estos árboles vieron sus anhelos morir o ser despedazados, DIOS cumplió su propósito en ellos. El primer árbol, que se había convertido en pesebre, una noche recibió no solamente un tesoro en sí, sino el más grande tesoro de todos los tiempos: Jesús. Él árbol anhelaba ser cubierto de joyas pero DIOS le cubrió de Su gloria. El segundo árbol, que se convirtió en una embarcación, un día afrontó una gran tempestad en el mar de Galilea, y no se hundió. Su fuerte composición resistió no sólo las olas y el viento que le azotaban, sino la gloria de DIOS. Además de que fue testigo de cómo el Hijo de DIOS ordenó a la tormenta que se detuviera.
Y aquel tercer árbol que a los ojos de muchos se convirtió en desperdicio, un día, cercano a la Pascua judía, fue tomado por unos trabajadores romanos para que fuese la materia prima de una Cruz en la que sería sacrificado el Hijo de DIOS. A los tres días aquel hombre resucitó y aquel árbol se convirtió en la Cruz que muestra al mundo la grandeza y el amor de DIOS. Y cuando la creación le mira, exalta el nombre de DIOS.
Si así como estos árboles tus sueños aún no se han cumplido y tal pareciera que están muy lejos de cumplirse, o en la búsqueda de esos anhelos que sabes que fueron depositados por DIOS has sufrido golpes en el alma, hoy debes entender que tus sueños son mucho más pequeños que los de DIOS. Y que Sus pensamientos están muy por encima de los tuyos. Ese sueño que arde en tu alma es la esencia del plan de DIOS para tu vida, no te des por vencido porque ciertamente ocurrirá y será mucho mejor de cómo lo imaginaste.

Ríndete a los sueños del Señor y así serás portador de toda su gloria.



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