martes, 11 de diciembre de 2012

Cuando las Cosas No son lo que Parecen - Crecimiento personal - vídeo

¿Le suenan conocidas estas frases?:
“En caso de duda, no determines cosa alguna”,
Cada uno habla de la feria según como le va en ella”,
“Del dicho al hecho hay mucho trecho”,
“No hay peor sordo que el que no quiere oír”
Son  refranes o sabiduría popular, como dicen algunos. Lo cierto es que encierran un gran significado en base a la capacidad de poder establecer relaciones interpersonales sanas.
Ocasionalmente hay quienes se han dejado llevar por algo que vieron o sintieron. Es como si una avalancha de emociones les arrastrara nublando en cuestión de segundos su capacidad de razonar y actuar coherentemente. Dicen, reclaman, gritan, lloran, para luego darse cuenta de que las cosas no eran lo que parecían.
Muchas veces, cuando hemos cometido un error por algo que dijimos o hicimos, desearíamos darle la vuelta a la vida y evitar que las cosas hubiesen tomado el rumbo que les dimos, pero lamentablemente la vida no tiene botón de “rebobinando”.
Como terapeuta, me ha tocado escuchar frases tales como: “Es que yo pensé”, “Eso no era lo que yo quería decir”, “El/Ella no me entendió”, “No sabía que era así”, “A mi nadie me dijo” …. Todas tienen en común algo: encierran altas dosis de culpa, frustración y tristeza… algunas porque dañaron irreparablemente una relación, crearon una imagen equivocada o se debe hacer un esfuerzo importante para reparar algo que se hubiese deseado no dañar.
PIENSA EN LA FORMA EN LA QUE VES LAS COSAS
Muchas de las situaciones conflictivas en las relaciones interpersonales se deben a la manera en la que vemos, percibimos e interpretamos las cosas.
La percepción es una habilidad del ser humano que le permite, a través de los sentidos, acercarse a una realidad física y captar información del entorno; sin embargo necesitará comprobarse a partir de la experiencia.
Las emociones son reacciones psicológicas y fisiológicas que permiten la adaptación a ciertos  estímulos externos e internos. Nos permiten comprender y relacionarnos con el mundo externo a partir de lo que sentimos en nuestro interior.
Pero las emociones pueden resultar difíciles de codificar y de dominar para algunas personas que son más vulnerables, debido a predisposiciones y a fallos en la percepción, justamente después de haber tenido que vivir situaciones difíciles y dolorosas en el pasado y que han dejado una huella en el corazón. Hay situaciones que pueden explicar esta predisposición:
-Cuando se han vivido intensas experiencias de rechazo, el temor a volver a sentirse rechazado puede generar el pensamiento de “todas las personas me rechazan”. Entonces, lo que los otros hagan o dejen de hacer, aún sin saberlo, se va a interpretar como una forma de rechazo. En ocasiones hay quienes pueden llegar a crear o a provocar, sin pretenderlo, situaciones para que otras personas les rechacen, y así, luego, confirman su tesis: “Toda la gente me rechaza”. Esta es una situación muy dolorosa, pues la persona anhela ser aceptada pero muchas veces lo que provoca es todo lo contrario.
-Existen personas que sienten que los otros les quieren dañar y necesitan estar a la defensiva. Se trata de aquellos que pelean todas las luchas, hasta las que no existen. Tienen pensamientos persecutorios que les evocan peligros de los cuales sienten que deben defenderse. Las personas que les rodean reaccionan desconcertadas ante eventuales respuestas agresivas que se sitúan fuera de lugar. Se trata de personas con tendencias impulsivas y/o agresivas; éstas pueden ser expresadas  cotidianamente o pueden quedarse guardadas, pero, de alguna manera, las personas buscan salir de ellas mediante comentarios agresivos o conductas autodestructivas.
-La autoestima es frágil y pobre. Son personas que tienen una estima muy baja de sí mismas, son inseguras, temerosas, requieren aprobación externa para sentirse bien por dentro, les cuesta aceptar  cuando se les hacen halagos o comentarios positivos. No se sienten merecedores de cosas buenas. A veces necesitan dar mucho pues de lo contrario sienten que les desecharán si no lo hacen.
Estas pueden ser algunas de las razones por las que en ocasiones ven las cosas de una manera que no concuerda con la realidad, dejándose llevar por una percepción equivocada y abandonándose en sentimientos de inadecuación, falta, rechazo, peligro y otros.
No podemos dejar de lado que la persona que padece de este tipo de distorsión, sufre y padece. Puede llegar a librar una lucha interna pues no controla lo que siente y tampoco desea seguir equivocándose con quienes le rodean.
Estas personas han padecido no solamente lo que se relataba anteriormente; sino que probablemente, en su dificultad de controlar sus propios impulsos, ya han cometido errores con las personas que más quieren, de pronto han perdido un trabajo, una amistad, una relación de pareja….
Salir de una predisposición así no es fácil. Implica trabajar en la forma en la que se ve y se sienten las cosas, además del valiente esfuerzo de volverse para sanar las heridas del pasado. Implica pedirse perdón y tratarse con misericordia. Requiere poder reconocer que se tiene un problema y aceptar ese condicionante para poder empezar a trabajar en él. Necesitará la compañía y los cuidados especiales de alguien que le ayude a caminar, por el arduo trabajo que le espera.
Cuando las situaciones requieren de una gran voluntad para ejercer un cambio, Dios es la fuente de la fortaleza que se necesita para sostenerse y descansar. Deja de luchar contra esto; renuncia a la posibilidad de que los otros aprendan a aceptarte y trabaja "en y para" la persona que deseas ser.

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