miércoles, 12 de diciembre de 2012

Alma de Rey - Reflexiones


El otro día, caminando por la acera me crucé con un joven que, al mirarme, me traspasó un poco de su tristeza.
Arrastraba los pies y sus ojos enrojecidos reflejaban un mar de abatimiento. La mirada perdida, como la de muchos de nuestros jóvenes perdidos en el vicio. Pero el mundo está hecho así.
Unos minutos después, me encontré con Alex. Es un joven de sólo 17 años. Apenas nos hubimos estrechado la mano me empezó a contar, con entusiasmo desbordante, algunos proyectos personales como mejorar sus notas, comenzar una empresa con sus amigos y aportar algo de su parte a la noble labor de un centro de adictos, donde trabaja desde hace tiempo.
Me contó lo que hace con este grupo, cómo les ayuda y cómo con su sola compañía les reconforta. Después de despedirnos, se me vino a la mente David, el personaje bíblico que derrotó a Goliat con su honda. Siendo apenas un muchacho, que cuidaba los rebaños de su padre, jamás imaginó que dentro de sí tenía algo muy grande: un alma de rey.
El hecho es que llegó a ser uno de los reyes más gloriosos de Israel.
¿Cuántos jóvenes de nuestra ciudad irán por las calles sin llegar a descubrir jamás que llevan alma de rey? Y ¿cuántos jóvenes sin nombre, como el de los ojos enrojecidos, lo han descubierto ya gracias a la generosa labor de personas nobles y entusiastas como Alex? No lo sé.
Lo que si sé es que Alex me dio una gran lección: Está en nuestras manos, con sólo un poco de tiempo y de interés sincero, ayudar a las personas que nos rodean a descubrir que llevan dentro de sí un alma de rey.
Tomó entonces Samuel la redoma de aceite, la derramó sobre la cabeza de Saúl, lo besó y le dijo: ¿No te ha ungido el SEÑOR por príncipe sobre su heredad? Cuando te apartes hoy de mí, hallarás a dos hombres cerca del sepulcro de Raquel, en el territorio de Benjamín, en Selsa, y te dirán: “Las asnas que fuiste a buscar han sido halladas. Y he aquí, tu padre ha dejado de preocuparse por las asnas y está angustiado por vosotros,
...diciendo: ‘¿Qué haré en cuanto a mi hijo?’”
Entonces el Espíritu del SEÑOR vendrá sobre ti con gran poder, profetizarás con ellos y serás cambiado en otro hombre.
1 Samuel 10:1-6.

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