Algunas, debo admitir, eran sueños y planes tontos que pudieron tener un inicio pero que estaban destinados a finalizar temprano sin llegar a ser completados. Pero otros siguen mirándome esperando que les dé vida nuevamente.
Hoy encontré una historia, de hace tiempo ya, en una bolsa que llevaba conmigo a una estación de radio cada sábado por la mañana cuando hacía mi programa en vivo: “Línea del Éxito”. Cuánto desearía hoy estar detrás del micrófono compartiendo las miles de historias que llegaban a mi vida en esa época. Hoy decidí desempolvar una y compartirla con ustedes.
Tal vez Ud,, como yo, también tiene muchos asuntos inconclusos en su vida esperando redescubrirlos antes de que sea demasiado tarde.
Esta es la historia escrita en 1997:
“A las siete menos diez, en una oscura y fría noche en Ciudad de México en 1968, John Stephen Akwari, de Tanzania, entró cojeando dolorosamente al Estadio Olímpico. Era el último hombre en terminar la carrera de maratón.
El ganador ya había sido coronado victorioso y la ceremonia de la victoria hacía rato que había terminado. Así que el estadio estaba casi vacío cuando Akwari, solo, con su pierna ensangrentada y vendada, luchó para dar la última vuelta hacia la meta. El respetable productor de documentales, Bud Greenspan, observaba en la distancia. Entonces, intrigado, Bud se dirigió hacia Akwari y le preguntó por qué continuaba la penosa lucha hacia la meta.
El joven de Tanzania contestó suavemente: “Mi país no me envió a través de ocho mil kilómetros a comenzar una carrera; me enviaron a ocho mil kilómetros de distancia para terminarla”.
¿Qué cosas hemos comenzado y nunca terminamos? ¿Qué sueños siguen esperando por nosotros en el archivo titulado “Asuntos Pendientes”?
¿No será tiempo de desempolvarlos y dirigirlos hacia la meta?
Dios no nos creó para comenzar esta vida; ¡nos creó para terminarla! “¡Creo en ustedes!”
Este pensamiento llega en los mejores momentos para muchos de nosotros. Verdaderamente hermosa no sólo la ilustración de las Olimpiadas de México, sino en particular la frase final… ¿A qué nos envió Dios a esta Tierra? Creo que muchos de nosotros tenemos archivos de “Asuntos pendientes” demasiado poblados.
¿Por qué no invertir un tiempito para revisar ese archivo y, de una vez por todas, desestimar lo que evidentemente no añade valor ni a nosotros ni a nadie más, y abrazar nuevamente aquellos proyectos que por desidia, falta de tiempo, o cualquier otro factor, fueron puestos a dormir durante demasiado tiempo?
¿Quién sabe si es precisamente para que terminemos ese proyecto por lo que Dios nos trajo y nos ha mantenido aquí?
Que Dios les bendiga.
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