“Pero ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo que pertenece a Dios, para que proclamen las obras maravillosas de aquel que los llamó de las tinieblas a su luz admirable” NVI (I Pedro 2:9)
Los elegios son aquellos que tiene un potencial mejor, que pueden ofrecer para Dios y para su pueblo aquello que nadie ofreció aún.
“así como el Hijo del hombre no vino para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos.” NVI (Mateo 20:28)
Y tú como escogido, ¿qué ofreces al Señor y a su pueblo?
La Generación escogida no retiene lo que Dios le da.
Si la bendición de Dios está sobre nosotros, seremos llevados a muchos lugares para hablar de su amor, pero eso no debe significar algo para nuestra gloria, sino que servirá para que seamos un instrumento profético de su Voz y voluntad. Paulo dice en Romanos 8:20-22 que “el mundo gime esperando la manifestación de los hijos de Dios”. ¿Cómo será esa manifestación?. La Palabra también nos dice que cuando tengamos que hablar algo no deberemos preocuparnos por las palabras, sino que el Espíritu Santo colocará las palabras en nuestra boca. (Mateo 10:19). Entonces nuestra parte es solamente estar disponibles con todo lo que tenemos (talento, buena voz, simpatía, unción, atributos estos que muchas veces nos da Dios), y ser lo que Dios quiera que seamos, sin “máscaras” o “interpretaciones”, y Él nos colocará en un lugar de importancia, estratégico para sus propósitos y expansión de su Reino.
Necesitamos solamente ser siervos, preocupados única y exclusivamente en cumplir bien los designios de nuestro Señor. Ser hayado como un siervo bueno y fiel significa también ser hayado como un gran amigo con quien Dios podrá contar. “Y, si alguien me sirve, mi Padre lo honrará.” (Juan 12:26).
Dios está en la procura de personas que miren con los mismos ojos de Jesús; que haya compasión en ellas y en su corazón, que lloren por sus necesidades disponiéndose a hacer todo lo posible para que las almas todas tengan un verdadero encuentro con El Señor Jesús.
El servicio es, muchas veces, árduo y las personas abusan de la atención que disponemos hacia ellas; abusan de nuestro amor y de nuestro respeto, pero, fue Jesus quién dijo: “No son los sanos los que necesitan médico sino los enfermos. Y yo no he venido a llamar a justos sino a pecadores.” (Marcos 2:17). Tenemos que entender que ellos están, la mayoría de las veces, enfermos y necesitan de remedios, que es el amor incondicional de nuestro Padre.
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