“Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora”.
Eclesiastés 3:1
Toma, por favor, tu Biblia y lee todo el capitulo 3 de Eclesiastés, que es no sólo hermoso, sino muy sabio, interesante y necesario de comprender. En la vida todo tiene ciclos: el ciclo de la vida, del agua, de la mujer, de la madurez; el ciclo de vida de las empresas, etc. Y lo que tienen en común estos ciclos es, fundamentalmente, que cumplen con las siguientes etapas:
1º. Nacimiento, Introducción o inicio.
2º. Crecimiento.
3º. Madurez
4º. Decadencia, declive, disminución.
5º. Muerte, quiebra, desaparición, cambio o transformación.
El cuerpo humano, por ejemplo, cumple con un ciclo de vida: nace, crece, se reproduce y muere. Físicamente alcanza su madurez a los 21 años, donde se asume que ya debe haber adquirido una educación y una destreza para desempeñar un oficio, trabajar, producir y formar una familia, etc. Pero existen otros tipos de madurez, como la madurez mental, madurez emocional, de personalidad, y la madurez espiritual, que se desarrollan como cerebros independientes y tienen sus propios ciclos. Los diferentes tipos de madurez dependen más de las experiencias individuales de la niñez, del medio familiar, de los padres y, especialmente, de la voluntad de Dios y de su obra en nosotros, que de nosotros mismos o de nuestra voluntad; aunque saber esta dependencia y cooperar con los procesos y ciclos naturales y espirituales nos ayudan mucho a alcanzar nuestra madurez, crecer duele, aprender es tedioso y, muchas veces, esperar es agotador.
Espiritualmente, también existe un tiempo para ese nacimiento, para el crecimiento y conocimiento de la Palabra y para una madurez espiritual, que debe ser la cumbre o cúspide de nuestro ciclo personal e individual.
Todo ser, natural, jurídico o espiritual, requiere de dos variables para su realización: tiempo y espacio. El tiempo es cronológico y se mide por medio de días, horas, minutos, segundos. El espacio, es el lugar donde un cuerpo se mueve, opera, ejecuta acciones y donde los hechos transcurren mientras los días pasan; es la ciudad, el pueblo, el barrio, el país donde naciste, vives o te mudas, donde están tu familia, tus amigos, tu iglesia, tu trabajo, escuela, tu casa, etc.
Mucho se ha especulado sobre el tiempo y el espacio y hasta hemos soñado con una maquinita del tiempo que nos permita ir hacia atrás y hacia adelante y cambiar lo que no nos conviene, pero eso no es posible; Dios fue quien creó el tiempo y el espacio y todas las leyes bajo las cuales nos movemos, y contra esto no podemos luchar, ni siquiera tenemos la potestad para hacer nacer un cabello sobre nuestras cabezas por nuestra propia voluntad, pero sí podemos moldear nuestro ser interior de acuerdo a la voluntad de Dios y movernos con sabiduría en el espacio que Dios nos asigna para sus propósitos.
Por tanto, si no podemos luchar contra la voluntad de Dios, ni contra el espacio y el tiempo, sí podemos, y de hecho es lo que deberíamos hacer, conocer y meditar en estas variables y en la palabra de Dios para adquirir sabiduría y aprender cómo movernos, qué hacer cada día, reconocer los tiempos, saber hacia donde queremos ir y cuáles son nuestros sueños, metas y objetivos. Nuestro Dios es un gran planeador y, como somos criaturas creadas a su imagen y semejanza, nosotros también somos soñadores, planeadores y creadores. Lo mejor sería ser amigos del tiempo, no pelear contra él; el tiempo puede convertirse en nuestro mejor aliado cuando se trata, por ejemplo, de borrar, de olvidar o dejar atrás una mala experiencia. "Aprender a caminar y a vivir cada día en ese tiempo y en ese espacio en que Dios nos ha puesto, esperando en Él, por el cumplimiento de las promesas de vida que Dios nos hace"; aceptar esta gran verdad es comenzar a caminar por el camino correcto de la vida, sin afanes y sin angustias y, sobre todo, confiados en las preciosas manos de nuestro Salvador Jesucristo.
Nuestra vida es el negocio o la empresa más importante por la que debemos esforzarnos. ¿En qué fase del proceso o parte del ciclo se encuentra a nivel personal, familiar, económico y espiritual? Dios todo lo va llevando hacia un solo y único objetivo: "la madurez espiritual", que es la suma y combinación de todos los ciclos de la madurez, física, mental, emocional y espiritual; nos lleva de forma armoniosa y perfecta y, aunque sintamos que aún no hemos llegado hasta ahí, sí debemos comprender que es allí hacia donde nos dirige El Señor y, con esto en nuestra mente, la historia de los ciclos del navegante, como ejemplo, podrá ayudarnos mejor a comprender en qué ciclo o en qué etapa del ciclo nos encontramos. Lo primero que tenemos que saber es que no estamos solos para emprender este viaje: Jesús está y estará con nosotros todo el tiempo.
Inicio. Embarcarse o iniciar un viaje en el mar es como iniciar un nuevo proyecto, un cambio, un nuevo reto en tu vida; el mar, el agua, es la vida y tú el navegante. Es importante, antes de lanzarse al agua, tener una visión; saber a dónde quieres ir, consultar mapas, calcular los costes, saber quienes van a ser tus acompañantes, pasajeros y compañeros de viaje, quienes de ellos van a servir de apoyo y a quienes vas a tener que apoyar, y quienes pueden liderar como tú o reemplazarte si algo sale mal; importante, también, es saber qué experiencia y conocimientos tienes para enfrentarte al mar y, sobre todo, conocer lo que más puedas sobre el mar y la navegación. Aquí, El Señor es nuestro guía y maestro.
Crecimiento. Cuando estás listo y tu barco está cargado de todas las provisiones necesarias, comienza realmente el viaje y cada vez vas navegando por aguas más y más profundas, es decir, atraviesas por situaciones desconocidas, encuentras tormentas, mar revuelto, desasosiego, muchos imprevistos, etc. Es la época de la prueba, del aprendizaje y la experiencia, de ser fuerte y no desmayar; si lo haces, recuerda que estás en alta mar y no puedes quedarte allí porque puedes ser victima de los tiburones; se acaban las provisiones y no llegas a ninguna parte. Aquí El Señor es nuestra roca fuerte, nuestro refugio y fortaleza; Jesús está con nosotros en medio de la tormenta.
Hay una fase de transición, podríamos decir, entre este tiempo y la siguiente etapa de madurez: es el tiempo donde todavía estás en el agua, pero ya, a lo lejos, se divisa la tierra como una pequeña sombra; es el faro, la luz que anuncia que pronto nuestro viaje va a terminar y que pronto estaremos tocando tierra otra vez; entonces, alguien en el barco, generalmente quien la ve primero, grita: “tierra a la vista”. Es un tiempo de esperanza, de espera corta, de gozo y agradecimiento; ya las tres cuartas partes del viaje han pasado y sólo falta un último tramo; es un tiempo de paz y de refrigerio, es el oasis en medio del desierto donde nuestras fuerzas se renuevan y queremos que el tiempo pase rápido y ya estar desembarcando; es el final de la travesía, el final de esta fase del ciclo, pero el inicio de otra. Aquí, Jesús es la Luz, el faro, el camino y la esperanza.
Madurez. Es un nuevo comienzo y, si Dios ha permitido que llegues hasta aquí, es una etapa de verdadera bendición, paz y gozo espiritual, donde ya comienzas a pensar y a decidir por ti mismo, eres un ser humano maduro, capaz, responsable, buen hijo, buen esposo, buen hombre o mujer; y aquí, tú no eres ya el capitán de tu barco, pues ya reconoces que el Capitán de tu barco durante toda la travesía ha sido, y sigue siendo, Jesús; aquí sólo obedeces la voluntad de Dios y te gozas en el Dios de tu salvación. Es el comienzo de una nueva etapa que puede durar muchísimo; seguro que es la mejor etapa de tu vida, no importa si llegas allí en tu juventud, en tu madurez o en tu vejez; es la mejor etapa de tu vida y es donde, verdaderamente, comienzas a hacer lo que quieres hacer con tu vida, lo que te gusta y lo que agrada a Dios. Incluso la madurez tiene varias etapas y, como en el caso de las frutas, con el tiempo, mientras van madurando, van cambiando de color y se van volviendo cada vez más dulces. El cristiano maduro va sufriendo varios cambios pero todos para bien.
Para terminar, ¿cómo “El Predicador”, nombre con que se conoce al escritor de Eclesiastés, pudo saber en su tiempo lo que nosotros estamos descubriendo ahora, a través de la ciencia, sobre el tiempo y el espacio? Es cuando dijo, en Eclesiastés. 3:15
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